Arturo y El Mercader de Venecia

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Mientras la violencia se instala, oronda, en las calles de nuestras ciudades, funcionarios de Hacienda discuten con banqueros los términos de la reestructuración financiera de 20.4 mil millones de pesos, deuda heredada por César Duarte.

Arturo Fuentes Vélez, discreto Secretaria de Hacienda, tiene la esperanza de conseguir ahorros anuales por 250 millones de pesos, aligerando el desequilibrio financiero de la administración estatal. Y el gobernador Corral confía en que, licitando el conjunto de los créditos, “nos coloquemos en una mejor posibilidad para obtener mejores tasas de interés, incluso reducir más los tiempos que hemos previsto”.

El Ejecutivo hizo esa declaración cuando el Congreso aprobó la reestructuración y también dijo que “nadie tiene una sola prueba de que hayamos pedido un peso más de deuda para Chihuahua”, desautorizando a quienes afirman que la transacción implica mayor endeudamiento y ubicó a “ciertos medios” de estar en una estrategia de difamación y extorsión del duartismo, al trasladar a sus lectores mentiras completas.

Esos comentarios vienen precedidos de una discusión pública sobre si el refinanciamiento significaba nueva deuda o es una medida legítima y acertada para el ahorro. Mientras no firmen los contratos, cualquier afirmación será basada en cálculos o experiencias anteriores, por tanto debe ser apuntada con asteriscos.

El entusiasmo del gobernador y su secretario de finanzas, hacen recordar una obra clásica de la Edad Media, “El Mercader de Venecia” del genial William Shakespeare.

Enamorado de Portia, el joven Bassanio pide 3000 ducados a su acaudalado amigo Antonio a fin de conseguir la mano de la bella heredera. Presuroso por ayudar a su amigo, Antonio a su vez acude al usurero judío Shylock en pos del dinero, quién entrega la cantidad a condición de que si no regresa en la fecha pactada, Antonio pagará con una libra de su propia carne, rebanada de la parte en que el usurero elija.

Es un brillante y complicado drama en el que la bella Portia termina salvando el pellejo de Antonio, en un juicio donde otorgan la razón al avaro judío –hoy lo llamarían agiotista- siempre que cobre la libra de carne sin derramar una gota de sangre.

Ignorando el “corto” de 1,800 millones de pesos solicitado a finales del año pasado, el gobernador está en lo cierto cuando dice que “nadie tiene una sola prueba de que hayamos pedido un peso más de deuda”. Desde luego, no la han contratado todavía, cómo alguien podría tenerla sin esos elementos. Imposible.

Pero la discusión admite propuestas hipotéticas. Si por más deuda entienden el monto del capital, Corral seguirá en la razón, esos 20.4 mil millones no se moverán; pero si atienden el costo de intereses a mediano y largo plazo, deberían reconsiderar su entusiasmo, a fin de cuentas es dinero en efectivo que pagará el gobierno a bancos.

El capital base se mantiene pero sube el costo por el refinanciamiento. Es otra interpretación válida para sostener que la deuda crece, es decir hay más, para efectos prácticos.

Conseguirán cuatro años de gracia en abonos chiquitos, sin hacer aportaciones a capital. Ahí ubican el ahorro de 250 millones al año, mil en los cuatro que restan a la presente administración. Es la prioridad de su negociación, bajarle los primeros pagos.

Va una reflexión hecha por un empresario acostumbrado a reestructuraciones financieras y trato con banqueros: Los créditos de Duarte fueron contratados a 19 años y el decreto de refinanciamiento autoriza llevarlos hasta 27, ocho más de lo pactado, equivalente a una administración y un tercio de la siguiente.

Hoy la TIIE, tasa de referencia fijada por el Banco de México, está en 7,35 por ciento. Es la referencia bancaria para todo crédito, de ahí parte las transacción financiera. Ponga usted que los negociadores de gobierno encuentran un banco buena onda que acepte sólo el 0.65 por ciento, para fijar los créditos en ocho puntos.

Ningún banco aceptaría ese ridículo porcentaje pero, concediendo audacia a los negociadores de Hacienda, démoslo por bueno. Aún así serían ocho años más de pagar intereses al ocho por ciento, que multiplicado por los 20 mil millones –números cerrados- da una cantidad más-menos de 12 mil millones de pesos adicionales de intereses, tan solo por ir de los 19 años originalmente pactados a los 27 autorizados. Si ¡pagaríamos 12 mil millones más de intereses, contra los ahorros de mil millones conseguidos en los cuatro años de la presente administración!

¿Cómo podrán Arturo Fuentes Vélez y Javier Corral reclamar de los nuevos agiotistas con licencia oficial, “mejores tasas de interés, incluso reducir más los tiempos que hemos previsto”, siendo que son conocidos por no prestar un centavo sin exigir pago de interés, como el usurero de Venecia.

Quizás la historia veneciana de Chihuahua tenga escondida a su bella, versátil e ingeniosa Portia y Arturo esté dispuesto a sacrificarse abriendo los cofrecitos del amor. O sin que necesariamente medien episodios de enamoramientos y matrimonios interesados, pero si la necesitan resuelta y dotada de creatividad suficiente para evitar que los nuevos usureros hagan sangrar al estado.

Si por mala suerte no tienen a la mano una Portia chihuahuita como la que salvó al amigable mercader Antonio del judío que apetecía en salsa de tomate su corazón, por el bien de su administración sería oportuno buscarla de prisa, la van a necesitar. Hoy los contratos crediticios están sobreregulados y toda la letra chiquita en ellos contenida, es con el fin de proteger a los nuevos usureros. Suerte en su búsqueda.

Hay otras consideraciones. Esos 250 millones de pesos que pretenden ahorrar son irrelevantes en un presupuesto –ciérrelo así- de 60 mil millones de pesos, arrastrando un déficit fiscal que una de las calificadoras mejor acreditadas, Fitch Ratings, fijó en cuatro mil millones anuales. Y cuiden que no bajen la calificación de la deuda, destrozaría toda proyección por más conservadora que la tengan.

Otra vez las preguntas ¿Cómo cerrar el año si por ley está restringido contratar prestamos a corto plazo para financiar el déficit? Imposible conseguir esos cuatro mil millones de pesos, a menos que opten por el recurso preferido de los últimos gobernadores; la siempre atractiva bursatilización de los bienes carreteros.

Está de locos resolver el acertijo basados en una reestructuración que apenas les deja mil millones en los cuatro años, cuando arrastran tamaños desfases financieros. Otra vez el problema queda a la inversa: consiguen mil millones para saldar necesidades por doce, cifra coincidente con los doce mil más en intereses, sólo que al doble de años: consiguen mil para déficit acumulado de 12 mil millones en cuatro años; pagando doce mil millones en intereses a cambio de mil millones. Hasta parece trabalenguas o redundancia de Perogrullo. Estrujantes coincidencias para las deprimidas finanzas estatales.

Sin embargo sigamos dando la razón al señor gobernador, nadie tiene elementos para decir que contrataron un peso más en deuda. Otra y mil veces más ésta en lo cierto, las reflexiones anteriores fueron tejidas en el ámbito de la especulación, si usted quiere basadas en el histórico comportamiento de la banca, pero al fin cálculos especulativos.

Pronto los chihuahuenses tendrán datos macizos, los números reales sobre los cuales Hacienda y los bancos firmaron la renegociación de la deuda. A partir de entonces los supuestos quedarán atrás y su lugar será ocupado por cifras reales.

Puesta así, la entrega cierra aquí, esperando conocer la letra chiquita de los nuevos contratos. Maldita weba, ojalá haya malentendido o las fuentes sean de mala leche que, manipulándome, me gana ver negro lo que lo a todas luces es blanco. Ese sería mi deseo aun sabiendo que pasaría por pendejo, el escenario es de gris tendiente a negro, Chihuahua no lo merece. Pronto sabremos.