*Alto al discurso de odio

* Trump, AMLO y Corral

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Con la tragedia encima, la muerte recreándose al otro lado de nuestra frontera más próxima y en tierras que muchos mexicanos consideran extensión de su patria, es fácil caer en el lugar común de que vivimos tiempos apocalípticos, que las tragedias suceden por que un loco amaneció con ganas de disparar armas de fuego contra grupos indefensos de latinos.

No, hay antecedentes incubando el odio, cocineros de gérmenes latentes que terminan por manifestarse y, en buena medida, estimulados por gobernantes inescrupulosos, comúnmente populistas de izquierda o derecha que con tal de congraciarse con los grupos más radicales de la sociedad donde encuentran su base electoral, enderezan discursos contra las minorías sin tener en cuenta las mortales consecuencias de sus palabras.

Donald Trump es el más cínico e hipócrita de los Jefes de Estado, un ser despreciable capaz de las mayores vilezas con tal de salirse con la suya, así sea atropellando –literal- a medio mundo. Durante años ha sostenido una retorica de odio contra mexicanos y latinos en general, en El Paso están las consecuencias de lo que seguramente considera una válida estrategia de campaña.

Y como todos los cobardes, intenta limpiarse las manos mostrando una solidaridad y compasión que no comparte: “Nuestra nación llora con aquellos cuyos seres queridos fueron asesinados en los trágicos tiroteos del El Paso, Texas y Dayton, Ohio, y compartimos el dolor y el sufrimiento de todos aquellos que fueron heridos en estos dos ataques sin sentido”, dijo el muy cínico al ordenar que la bandera de los Estados Unidos ondease a media asta en los edificios federales del país.

Construyó su campaña a la presidencia sobre la base de cargar los peores calificativos a los migrantes, especialmente a los mexicanos, llamándolos violadores, ladrones, asesinos, traficantes, la peor escoria del mundo, y ahora el orate finge estar muy compungido por las muertes.

Son patrañas, bajezas, sin tener la más mínima consideración por las víctimas pronunció un cuidado discurso para salir del paso y piensa que ya cumplió, mientras prepara otra ofensiva de encono racial sin más fin que polarizar a los electores y conservar sus base en los grupos radicales.

Son las consecuencias del discurso populista llevado al extremo, el discurso que divide al mundo entre buenos y malos; entre puros y contaminados; entre honestos y ladrones; entre sabios e ignorantes; entre humanos y animales. Desde luego no es el pionero en esa campaña del mal, pero hoy se alza como el más representativo de los que sueñan con un país y un mundo de pureza racial.

La desgracia de nuestra sociedad es que ese tipo de truhanes está ganando y nada tiene que ver con métodos o ideologías para el desarrollo, en México tenemos a nuestro populista campeón, el que ha decidido dividir al país entre conservadores y liberales, fifís y revolucionarios, mafiosos y promotores de la cuarta transformación. Su estrategia es la polarización para perpetuarse, en eso son iguales López Obrador y Trump.

Y en Chihuahua no quedamos atrás, al rendir protesta del cargo nuestro querido gobernador Corral se cansó de condenar a los corruptos periodistas enamorados de Duarte, a los vulgares que junto al exgobernador saquearon al estado, a los añorantes de la corrupción y el dinero fácil. Bien, recordemos que en ese contexto de odio sucedió el asesinato de Miroslava.

Pongamos un alto a ese discurso maniqueo de buenos y malos, empezando por ubicarlo en su contexto de odio. Por mi parte, jamás volveré a cruzar los puentes mientras permanezca en la Casa Blanca el orate que inspira esas matanzas.