*Y si Calles votase el domingo

* Un milagro para el PRI, porfis

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Perdida la presidencia, reducida su influencia en cámaras legislativas a nivel presencial, huyendo sus figuras más visibles y escondidas otras, los últimos gobernadores ajustados al interés del “líder amadísimo” y una clase política en permanente proceso corrosivo que lo consume por fuera y por dentro, ¿podría el PRI estar peor?

Al primer impulso la respuesta sería un desde luego, le falta perder el registro y el domingo sufrirá otra gran fractura cuando Alejandro Moreno, alito para los campechanos, quede instalado en la presidencia del CEN a satisfacción del sindicato de gobernadores y, aseguran, en acuerdo perverso con López Obrador, supuestos que generarían otra gran ruptura.

No veo a Ivonne Ortega aceptando los resultados, más bien pienso que intentará descalificarlos, y tampoco ánimo negociador de “alito”. Y en todo caso, si firmasen un acuerdo aunque fuese de simulación –habitual en política- Ortega carece de liderazgo nacional para conjuntar a las fuerzas que resulten marginadas. Sería un acuerdo hueco y por lo mismo desprovisto de sentido.

Pongámoslo en Chihuahua, acá los duartistas encabezados por Serrano, saldrán después del domingo corriendo del partido a refugiarse en la esperanza de que Cruz Pérez Cuéllar consiga la candidatura de Morena. No tienen otra, así les pongan un clavo ardiendo se cuelgan de él, pensando en que pueden hacer palanca para justificar su añoranza de poder.

Lo mismo harán otros grupos regionales que, por descarte, se sumaron a la campaña de la yucateca. Los perdedores en éste PRI colapsado quedarían frente a una desolación caótica, sin más alternativa que montar una precaria y angustiosa operación de rescate, donde no importaría nada más que su propio pellejo. Sálvese quien pueda.

Sin embargo la ruptura que viene, irónicamente, podría ser benéfica para un PRI cansado de sangrar a causa de múltiples heridas. Saber, o por lo menos suponer, que será la última gran fractura sería un alivio para los nuevos dirigentes del partido. Ya se fueron todos los que se tenían que ir, así estamos mejor, mientras menos burros más olotes, dirán muy orondos los últimos sobrevivientes intentando justificar la famélica condición en que los deje la elección.

Y quizás tenga razón, mantener un proceso constante de fracturas internas pone de rodillas hasta a las organizaciones más longevas y experimentadas. En algún momento debe parar y si la ruptura del próximo domingo consigue el efecto sanador y amalgama a los últimos grupos sobrevivientes, el PRI exalará un ¡Uffff! De alivio.

En cuanto a su política doméstica, igual. Omar Bazán mantuvo la dirigencia soportando los más groseros golpes que haya sufrido un presidente estatal. Muchos dirán que con razón, que los tiene bien merecidos por cerrar el paso a liderazgos que le resultan incómodos y atrincherarse con los suyos en los únicos cargos buenos que dejo el tusanmi.

Puede, pero nadie le quitará el mérito de mantener la presencia del partido en todo el territorio estatal. Es admirable su convicción de dirigente estatal, con frecuencia viaja de municipio en municipio sólo para celebrar reuniones con diez o veinte personas y las preside con la dignidad y entusiasmo de quien es recibido con aplausos y fanfarrias por las multitudes.

Ahí va Omar, de reunión en reunión con la sonaja sin mango, el tambor desvencijado, los panderos torcidos y las matracas desdentadas, pero el hombre llega sonriendo y feliz como si estuviese acompañado por la sinfónica de Nueva York o lo presentasen los raperos más exitosos del momento. Es una virtud del diputado.Baste por hoy el comentario, el lunes hablaré sobre hechos consumados y quizás, desde el infierno, Plutarco Elías Calles obre un milagro del mal y su polarizada descendencia se avenga, iniciando una efecto de rejuvenecimiento y nueva vida que los haga volver al poder. Soñar no cuesta nada y si Dios los dejó de la mano, por que no los levantaría el diablo.