Pero es que dan pena ajena, los ve uno y no sabe si van o vienen. El papelón de Juan Carlos Loera y Carlos Tena es para tomarlo como ejemplo de lo que no debe ser entre políticos, ya no se diga del mismo partido, tratándose de asesinatos como los del martes pasado. En ellos cabe, completo, el dicho de que ponen la carreta por delante de los caballos y esperan, ansiosos, verlos avanzar de prisa.
Calcule usted el tamaño de la sin razón, en el siguiente contexto: López Obrador llamando a Javier Corral “ternurita” y “conservador disfrazado de liberal”, por el desafío del Frente Opositor y las dos figuras, supuestamente más importantes de Morena en Chihuahua, se despedazan una a otra en redes, abaratando las cuentas que el gobernador “opositor” debería pagar por la creciente inseguridad.
No hay lógica, ni sentido, no pertinencia, ni mesura, ni templanza ni nada. Priva en ellos la más absoluta insensatez política e incorrecta interpretación del momento. Si, hasta parece que Loera trabaja a las ordenes del gobernador y en política lo que parece es.
Probablemente sea el único representante de López Obrador en los estados que se pliegue a los intereses del gobernador, irónicamente el mismo que se asume como el gran opositor al nuevo régimen. Es de no entenderse, si pensara un poco estaría preocupado por su hueso, no por combatir a sus compañeros.
Con todo, Carlos Tena, el edil más importante de Morena en la entidad, no se queda muy atrás. Despedazó las formas sin pensarlo y en sus redes, públicamente, regresó las condolencias de Loera por la muerte del comandante y encima le llama, casi, “lacayo de Corral”.
No encuentro explicación a la insensatez de ambos; peleando en el funeral del caído, para beneplácito del “opositor” de su jefe político y presidente de los mexicanos. Hay que verlos.
Los pataleos del muerto impactan en los indisciplinados integrantes de Morena, siendo que debería recaer –para todo efecto político- sobre el “opositor” Si alguien genera el desgobierno y la polarización es Corral, siendo que sobre él recae la tarea de armonizar las fuerzas políticas del estado.
Pero los señores de la oposición local disparando, a contento, unos contra otros hasta el punto de acallar la voz de Martín Chaparro, presidente de Morena, único en responsabilizar a Corral del ruin y cobarde asesinato.
El señalamiento de Chaparro sacudió al gobernador, por eso se apresuró a calificarlo de bajeza. Tiene razón, desde Chaparro se excedió, pero es una realidad que la violencia en México suele ser politizada por integrantes de los diferentes partidos y gobiernos. Es una practica, baja ciertamente, pero usual y extendida.
Corral y varios panistas pretendieron capitalizar la ola de sangre durante el sexenio de Reyes Baeza, sabiendo que la principal responsabilidad de las muertes recaía en Felipe Calderón, el presidente surgido del PAN. Recuerde que Gustavo Madero acusó al entonces gobernador de “huevos tibios”. ¿Cierto, Gustavo? A puñaladas iguales llorar es cobardía, recordando una de Artemio.
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En la dispersión de la militancia priista, Eloy García es uno de los activos fugados más recientes. Pocos en el partido reconocieron su eficiencia operativa en materia electoral y su capacidad interpretativa de los momentos políticos. Tampoco extraña, el PRI usualmente maltrató a los suyos –deliberadamente puesto en pasado, pues se quedado sin militantes-.
Hoy Eloy forma parte del grupo compacto que trabaja en la formación de un nuevo partido, Redes Sociales Progresistas, promovido por empresarios acaudalados en la ciudad de México y, principalmente, por Elba Esther Gordillo, la polémica maestra que pronto estaría de vuelta en la dirigencia del SNTE.
En días pasados Eloy estuvo en ciudad Juárez, donde comprometió para la dirigencia municipal del nuevo partido en la frontera a su tocayo Eloy Díaz, exdirector de la Facultad de Ciencias Políticas de la Uach y uno de los más confiables operadores de ciudad Juárez. Lo extrañará en las campañas del 2021.
En Chihuahua trabaja para fichar a otros operadores de los que no temen salir a colonias y empolvarse los zapatos. Se trata de un exregidor que trabajó para dos ex presidentes municipales y con los dos quedó bien.
Junto con ellos, los “eloyes” y éste misterioso regidor cuyo nombre pronto será revelado, saldrán del PRI los últimos operadores confiables en campo que le quedaban al decadente partido, aquellos militantes que campaña tras campaña daban la cara por el partido.
Eloy García hace su trabajo, el nuevo partido tendrá una base magisterial importante pero también lo arroparán priistas formados en la batalla, hartos de verse ninguneados en su propio partido y ansiosos de nuevas y esperanzadoras aventuras. Despelucan al PRI, por si hacía falta profundizar la sangría.
