*Estertores de Elba Esther

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En sus delirios de poder, cuando regalaba hummers a cada secretario seccional del SNTE sin percatarse del insulto a los maestros del gis, Elba Esther Gordillo postulaba, ufana y retadora, que era una “mujer con poder real”. Arropada en ese fantasma mantuvo engañados a los indecisos presidentes Vicente Fox y Felipe Calderón, quienes la empoderaron hasta ponerla en alturas como no existen antecedentes en la historia del sindicalismo mexicano. Se movía a sus anchas como si, efectivamente, se manejase sola.

El alucinante poder que recibió de los presidentes panistas trastornó su mente, efecto que se aprecia sin dificultades a la distancia en la evidente perdida de sentido común y el deterioro del olfato político que la hizo escalar hasta la cima del sindicalismo nacional. Olvidó que en el Sistema Político Mexicano es el presidente en turno quién entrega los liderazgos sindicales de alto perfil… y también el que los quita.

Adormecidos sus instintos básicos, por 18 años sintiéndose poderosa por sí misma, en algún mal momento concluyó que llegó a la dirigencia del SNTE por méritos ganados frente a la base magisterial, en lugar de aceptar la realidad de que la impuso Carlos Salinas de Gortari, a quién López Obrador ubica como el “Padrino de la Mafia”.

Trastocados los límites de la ecuanimidad, quiso montarse sobre el siguiente presidente, Enrique Peña Nieto, e intentó poner distancia de Los Pinos para conservar su “autonomía”. En aquellos momentos de locura y sin razón dejó para el anecdotario político una declaración retadora: “yo no soy chacha de nadie”.

No entendió, por ese adormecimiento, que desafiando al poder presidencial ponía en riesgo su libertad. Observadores de la política mexicana consideran que desafiar a Peña fue su sentencia de cárcel, pues semanas después el entonces joven presidente hizo saber donde radicaba el poder y la mandó detener. Así permaneció casi seis años en prisión.

Desde la prisión hizo un pacto electoral con el entonces candidato López Obrador, al que ofreció los últimos activos de que disponía. Esa osada jugada le permitió salir de prisión antes de que Peña concluyese el mandato y salió convencida de que le regresarían la dirigencia del SNTE.

Sea por acuerdos incumplidos con los operadores del oficialismo de izquierda o porque jamás hubo el compromiso de entregarle poderoso sindicato, el hecho concreto es que hace poco López Obrador tomó la decisión de marginarla en asuntos sindicales y así se lo habrían hecho saber, explicándole que no es momento, ni lo será en los próximos cinco años, de regresar al movimiento sindical.

Desesperada por la noticia y sabiendo que no puede, otra vez, desafiar al poder presidencial, optó por quedarse con la dirigencia de Redes Sociales Progresistas, como si pudiese disponer a su antojo de la organización. Así entró en conflicto con Juan Iván Peña Neder, el dueño de las siglas y promotor principal del futuro partido.

¿Qué pasará con Elba Esther? Lo de siempre tratándose de personajes incómodos al poder, sufrirá el frío de Palacio Nacional y terminará por darse cuenta que aquello de “ser mujer con poder real” resultó en exabrupto que le ha traído más problemas que beneficios.

No pasará una semana para que el INE reconozca la dirigencia de Juan Iván en cuanto a Redes Sociales Progresistas, pues es quien tiene control del movimiento y la relación con Palacio Nacional. Para efectos políticos es lo único que cuenta en éste país, el que está bien con el tlatoani en turno recibe sus bendiciones. En esta parte nada ha cambiado.En cuanto a los efectos político-electorales, deshacerse de Elba Esther es lo mejor que pudo suceder al futuro partido. La maestra lastra mucho más de lo que aporta en la estructura. Sin el SNTE no es nadie y mientras sus asociados la vean de bajada, hasta los más fieles seguidores en “Maestros por México” empezarán a guardar distancia. No es un pronóstico, simplemente se trata de una observación basada en la realidad de la política mexicana y la condición humana; nadie quiere estar con los perdedores.