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martes, junio 25, 2024
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A López Obrador ya lo conocemos, recogió el caso de César Duarte para golpear al Poder Judicial, alegando complicidad de jueces y magistrados con “los de arriba”, estribillo estándar en la feroz campaña reemprendida contra la Justicia para validar el secuestro que preparan vía reforma constitucional. También utilizó con el mismo fin a Caro Quintero y utilizará cuanto pueda, por ejemplo el viejo tema de lo que ganan, desdoblando una mentira tras otra de sus conocidas infamias. Nada sobra, el caso es bañarlos en estiércol.
A Javier Corral también, ahora en oficio de rendido aplaudidor al régimen más autoritario y destructor de instituciones que haya tenido el país, desde que fusilaron a Maximiliano en el Cerro de las Campanas. Aprovechó la nueva medida cautelar de Duarte para desahogar sus patológicas obsesiones contra la gobernadora Campos, mintiendo deliberadamente con que ella autorizó su liberación. Sabe que no está libre y sabe que la medida cautelar es por una jueza federal, pero con vileza embarra a la gobernadora.
Eternos manipuladores, ambos mienten. Podemos comparar el caso de César Duarte con el de Emilio Lozoya y encontramos diferencias marcadas en favor de Lozoya, sometido a proceso por la Fiscalía “autónoma” de López Obrador. A Lozoya lo trataron con enorme deferencia en España y cuando decidieron extraditarlo lo enviaron directo a su casa (hasta de la foto detenido lo cuidaron) y sólo decidieron cambiar su medida cautelar enviándolo a prisión, tras el escándalo público del lujoso restaurante en Ciudad de México, donde comía feliz en compañía de amigos. Después lo liberaron prácticamente sin restricciones.
Duarte permaneció preso dos años en Miami, uno de los sistemas penitenciarios más enérgicos de los Estados Unidos y cuando lo extraditaron llegó directo a San Guillermo, desprovisto de ventajas fuera de ley. Inmediatamente Corral declaró que vino para ser liberado por la gobernadora, pero el indiciado permaneció detenido otros dos años, hasta que hace unos días lo internaron en un hospital privado para ser intervenido quirúrgicamente. La medida cautelar, ordenada por una jueza federal, no ha sido ejecutada y sin embargo la toman de pretexto para su sevicia.
Tanto López Obrador como Javier Corral guardan silencio como fantasmas de carretera en cuanto a Lozoya, pero el presidente utiliza a Duarte para desprestigiar al Poder Judicial, su obsesión de someterlo, y el exgobernador de los dos hígados para golpear a Maru Campos, a quien no perdona por haberle ganado la gubernatura. Cada uno con su interés, cada uno con su infamia, entiendo muy bien porqué Corral se mueve hoy como pez en el agua entre los efebos del autoritarismo, es un pequeño imitador del tlatoani.
Su indecencia, proclividad al insulto y desapego habitual a la verdad nos confirma lo que muchos pensamos de los dos: López Obrador consolidará en septiembre el atentado contra la Corte, haciendo un remedo de tribunal parecido a los juicios populares, con juzgadores electos por mayorías nutridas en el asistencialismo al servicio del tlatoani (supongo que seguirá mandando) y Corral emprenderá su feroz venganza personal contra la gobernadora Campos, mientras es usado como perro de presa contra los enemigos del régimen.
Que seres humanos tan miserables, al primero no le importa socavar el desarrollo económico del país, el segundo es movido por los lixiviados de rencor que lo consumen desde adentro.

 

Rompeolas

Sheinbaum una corderita
Realineamiento morenista
SCT, devastación y amenaza

Haremos consultas públicas, antes de aprobar las reformas de la Corte, dijo Claudia Sheinbaum, presidenta electa. Con consultas o sin consultas, los jueces serán electos, “para nosotros (es decir para él) es irreductible que se sometan al escrutinio público”, respondió López Obrador. ¿Quien manda? Pues López Obrador, Sheinbaum recompuso luego declarando que está de acuerdo con la elección de jueces y magistrados. No hay marcha atrás, el secuestro del Poder Judicial es cuestión de llegar a septiembre. Agárrense, de ahí cae el resto de las instituciones como fichas de dominó puestas en seguidilla.

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Ciertas voces al interior de Morena hablan de acuerdos parciales entre los aspirantes a la gubernatura. Cruz Pérez Cuéllar iría en equipo con Ariadna Montiel, Juan Carlos Loera con Andrea Chávez. Evidentemente cada uno pensando en hacer tarugo al otro. Se van a despedazar entre ellos jaloneando la decisión central en razón de su interés de género. Pero el dato es interesante, habría que confirmarlo en los hechos.

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Que los tramos carreteros del Gobierno Federal están despedazados, incluso en la autopista Chihuahua-Juárez, lo sabemos todos los conductores. Pero lo que muchos ignoran es que la delegación estatal de la SCT, por ordenes de YSQ, amenazó a trabajadores del Gobierno estatal con detenerlos, si los sorprende bacheando “sus tramos”. Que ganas de mortificar, ¿por dónde pasan los devotos y los aspiracionistas crédulos, que no se dan cuenta de la decadencia?.