Los eclipsados del Nuevo Amanecer

* Jiménez Castro por Lucha y Godínez

* Patricio y Merodio, astros “tapados”

* Javier Corral eclipsado por sí mismo

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Muy metida la sociedad observando el eclipse. Con cierta frustración se percataron que Chihuahua no era el mejor lugar para disfrutarlo a magnitud, pero no todos los años atardece al medio día, había que darle seguimiento en sus diferentes momentos. Aprovechando las distracciones sociales del fenómeno astrológico, observo otros eclipses, menos vistos a pesar de ser totales.

Julio César Jiménez Castro, presidente del Supremo Tribunal de Justicia, quedó eclipsado, de meses atrás y todavía no logra asomar el rostro, por las influyentísimas Angélica Godínez, secretaria del Tribunal, y Luz Estela Castro, consejera omnipotente de la Judicatura.

Lo cubrieron a tal grado que perdió la facultad hasta para servir de florero, única utilidad de sus antecesores inmediatos. Así permanece, quieto e inmóvil, esperando resignado su jubilación mientras Godínez y Castro señorean en el Poder Judicial.

Si alguien sufrió un eclipse total en el Nuevo Amanecer, es sin duda Jiménez Castro. Pero no es el único, lo acompaña el Fiscal César Augusto Peniche, cubierto por una montaña de cuerpos inertes dispersos en ritmo de uno cada cuatro horas y media en todo el territorio estatal.

La madrugada de ayer lunes Ciudad Jiménez aportó las víctimas escandalosas más recientes. Una refriega con armas de alto poder en las principales calles de la ciudad que dejó saldo de seis muertos y una sociedad atemorizada e indefensa.

Eclipsados sin duda están, desde el viernes pasado, los nanopartidos. Con saludos de Palacio y la Dale, el nuevo amasiato de la política, los mandaron cubrir con una ley hecha para obligarlos a buscar votos en las calles, en lugar de conseguirlos en asociaciones vergonzosas con partidos mayores.

A diferencia de Peniche y Jiménez Castro, que permitieron ser tapados sin oposición, los dueños o encargados de los partidos sin base electoral montaron una protesta generalizada. De nada les sirvió su activismo, quedaron cubiertos por 23 votos útiles que los mantendrá hasta el lado oscuro de la luna a esperar la próxima elección, cuando compitan y demuestren –si pueden- que son capaces de conseguir más de tres votos cada uno.

En política hay otros eclipsados, entre ellos cuente a los senadores del PRI, Lilia Merodio y Patricio Martínez. A Merodio la tapó de pies a cabeza su colega Graciela Ortiz, no por ser más alta y mejor plantada, la oscureció en la disputa por la presidencia del Directivo Estatal, relegándola al cajón de los priistas proscritos.

A Patricio Martínez le sucedió algo parecido, pero con Reyes Baeza. Frente a él colocaron una sombra para ocultarlo de las decisiones del partido, forzándolo a coquetear con Morena como estrategia de espanta suegras con el fin de hacer valer su condición de “ex”. Permanecerá oculto mientras Reyes y Omar resplandezcan en el horizonte de su maltrecho partido. Son consecuencias de los variantes movimientos astrológicos de la política; hoy astros deslumbrantes, mañana estrellas tapadas.

Al inocente de Pepe Acuña lo tapó por completo, otro eclipse total y dilatado como el de Jiménez Castro, Tere Ortuño. Pensando que su brillo era suficiente para detener el sistema educativo más grande del estado, topó con la más absoluta intransigencia y no supo lidiar con ella, hasta verse cubierto por los cuatro costados. Hoy, opaco y reducido como esteroide errante, no sabe que hacer; si permanecer a la deriva en el espacio estelar o hacerse a un lado para evitar posibles colisiones que mermen su masa.

Joel Gallos, al que la mafia del transporte hace “a cu a cu” pasándole el dedo en la boca sin que logre advertirlo, es otro de los eclipsados de éste Nuevo Amanecer. Lo tapan un cúmulo de yonkes rodantes autorizados para cobrar nueve pesos por pasaje, como si fuese transporte y servicio estelar.

Nunca como en los últimos años la llamada sociedad organizada se ha visto eclipsada, ausente y pasiva. Nadie en la iniciativa Privada, ni los gerentes apostados en cámaras empresariales ni los dueños del pueblo que mueven los hilos elevan la menor voz de inconformidad por el rumbo que los astros conducen a Chihuahua.

De la misma manera como guardaron silencio tras el latrocinio del “vulgar ladrón”, convirtiéndose en cómplices por omisión, así también hoy callan ante una estrella disminuida a la que los asuntos de Chihuahua tienen sin cuidado.

Lo mismo sucede con los llamados líderes de la sociedad civil, académicos, foros y barras de profesionistas, el silencio los domina. Es difícil encontrar una sociedad más eclipsada que la de Chihuahua, la someten deliberadamente al estrés del cinturón de asteroides y se conforma.

En otros tiempos la estrella más deslumbrante del parlamentarismo mexicano, destacado en una constelación de figuras brillantes, Javier Corral se eclipsa a sí mismo. Distraído en gobernar desde el cosmos es incapaz de hacer tierra para resolver los problemas más ingentes de la entidad.

Por orden de prelación en tiempo y espacio, está llamado a ser la estrella más vista del firmamento chihuahuense, cuya luz debería colmar a todos en su entorno. Mala jugada del zodiaco, en lugar de brillar como supernova, su masa se extingue al tamaño de estrella enana y, de a poco, pierde intensidad consumiendo su energía en pequeñas y constantes implosiones.

Nadie lo eclipsa, nadie cubre su horizonte, nadie está por encima. Es su arrogancia de soñar con llevar luces hasta los confines del mundo, mientras su entorno próximo se consume amenazado por el vórtice de un hoyo negro cuya gravedad lo desbarata.

Hay esperanza, siempre hay esperanza, vuelva la vista y advierta tras de si la oscuridad que cubre al pequeño mundo donde viven sus paisanos y, con un poco de humildad, fatalmente terminará percatándose de sus distracciones y descuidos. Quizás un poderoso rayo, una luz cósmica o un haz de antimateria impacten su mente y lo hagan entender que los problemas de Chihuahua reclaman su presencia hoy, no mañana ni pasado; el pasado fue de Duarte y el futuro sabrán los astros de quién. A él, solo a él pertenece el presente.