Eugenio Baeza interpreta bien los tiempos de la política, hace por lo menos cuatro meses que imprimió el libro “104 días, ni mucho ni poco”, compendio de su efímero paso por la presidencia municipal de Chihuahua, pero decidió presentarlo hasta el martes pasado, cuando toma forma la carrera por el gobierno hacia el 2021.
Agudo, el “humilde vendedor de salchichas” viste la presentación con Maru Campos, presidenta municipal y prospecto mayor del PAN para el gobierno y Alejandro Cano, expresidente municipal del PRI y también aspirante a la gubernatura.
Eugenio se destapa con una ambigua y enigmática frase: “se puede gobernar sin ser político” ¿En serio?. Pues si, de una lógica simple se infiere que aparte de los políticos también pueden gobernar deportistas, académicos, científicos y desde luego los empresarios. Y en su generosidad, característica de todo empresario, destapa a dos posibles candidatos de los partidos históricos; Cano y Maru.
Entusiasmado y quizás pensando en ocupar el hueco que dejó Federico Terrazas, Eugenio muerde más de lo que puede engullir, eso de apadrinar a candidatos del PAN y del PRI es demasiado hasta para César Duarte, recuerde como le fue al gobernador en fuga distribuyendo candidatos en todos los partidos, menos en el PAN.
Sin embargo es interesante la incursión política del acaudalado empresario de los cárnicos y en potencia mayor nogalero de Chihuahua. Sea por tomar el liderazgo de don Federico o levantar la mano hacia el 2021, su presencia es un revulsivo en la política doméstica.
Otro apuntado en la creciente lista de aspirantes, sólo tenga presente lo que decía Artemio Iglesias, al que le gusta bailar que aguante los pisotones. Así Eugenio, si decidió salir de noche que no lo asusten las brujas.
Se adelanta la sucesión mientras Corral se ocupa en congraciarse con López Obrador y mantener cautivo a “la coneja”. Le vendría bien estar pendiente, sigue distraído y cuando quiera reaccionar la caballada irá en tropel e imposible detenerla o encausarla.
El mismo Corral alborota las pasiones de los inscritos en esta especie de pre, pre, pre, pre lista de candidatos. En Parral llenó de elogios al edil Alfredo Guzmán y en Juárez al otro independiente, Armando Cabada, situándolo en la prematura lista de aspirantes.
Otro que levantó la mano rumbeando entre la independencia y Morena es Marco Adán Quezada. Tras anunciar –tarde pero valga el dato- su renuncia al Revolucionario Institucional, lo primero que hizo fue trasladarse a la ciudad de México y hacer el habitual paseíllo de reconocimiento.
Algo se trae entre manos, pues entre las escalas obligadas con los nuevos empoderados, tuvo una amplia charla con Marcelo Ebrard, próximo Secretario de Relaciones Exteriores y uno de los posibles sucesores de López Obrador, ya entrados en futurismos. Ahí está Marco Adán, moviendo su botecito chilero y picando piedra donde no le hacen el feo.
Si de citar nombres se trata, van dos de Morena: Cruz Pérez Cuéllar, influyente Senador de la República, y Juan Carlos Loera, para efectos de apoyos sociales y estructura electoral representante de López Obrador en Chihuahua. No son los únicos, sí los más visibles.
Del PAN está la superposicionada Maru Campos, presentada el martes por Eugenio Baeza, y Juan Blanco, únicos panistas del estado en jugar a todo o nada junto a Ricardo Anaya y por tanto abierto y trabajando para el futuro presidente del CEN, Marko Cortés. Como está el PAN, también aparecerá otro nombre conocido, el de Carlos Borruel, convencido de que no hay segundas partes malas.
Del PRI apunte al destapado Alejandro Cano, a la siempre dispuesta Lilia Merodio y sus relaciones sindicales, Teto Murguía y Oscar Villalobos, eternos aspirantes. Siempre han querido ser gobernadores, ahora es tiempo de mostrar su convicción priista y no se vale aquello de que la “poca pluma hace corriente al gallo”. Si la quieren métanse al juego, ya les puso Eugenio la muestra.
Graciela Ortiz y Reyes Baeza llegaron al CEN del PRI, juntos pero sin voltear a verse. Es admirable que caigan de pie tras el tsunami de julio pasado que los sacudió a placer y tomen parte en los cuadros dirigentes del partido.
Desde ayer la exsenadora es Secretaria General adjunta de la presidencia, casi nada, un cargo para hacer política en horas de trabajo y en sus tiempos libres hacer más política. Reyes fue nombrado secretario de Acción Electoral, cartera que por cierto ocupó Chela dos veces anteriormente.
Suerte para los dos, la necesitarán si pretenden involucrarse decididamente en recuperar la credibilidad del maltrecho partido y regresarle su condición competitiva. Otras vez juntos pero no revueltos, si Víctor Mendoza no conociese la complicada relación entre ambos estaría celoso, ya son muchas coincidencias políticas.
Al interior del gobierno se han registrado perniciosos efectos del “pinedaso”. Trascendió que uno de los jefes panistas, funcionario de segundo nivel y cercano de Corral puso su renuncia sobre la mesa, cuando supo las triangulaciones económicas de Antonio Pinedo para favorecer a su compañera sentimental.
Si tan indignados están los santones del PAN con esas conductas libertinas y de sospechosa corrupción, en lugar de firmar documentos privados o expresar la intención de firmarlo, deberían actuar en consecuencia. Lo que hace Pinedo va en contra de lo que siempre y todas partes defendieron los panistas tradicionales.
El punto es que Javier Corral justificó a su vocero, con la fácil –no saben otra- de que lo atacan por no entregar dinero a la prensa corrupta, enviando un mensaje indirecto a la señora Olmos para que abra una investigación con fines exculpatorios.
Don Fermín Robledo, en su tiempo respetado comunicador del Canal 44, a quién Pinedo conoció muy bien por platicas de tercera persona, moriría de risa si vuelve a nacer, con un sarcástico “se los dije, sabía que no era de fiar”. Otra mancha más al gato que presumió de llegar albino y a dos años luce un moteado parejo.