*La paradoja de la corrupción

* ¿Abonitos para pagar poquito?

* El superdelegado los desquicia

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La primera reestructuración de la deuda se fue, reconocida públicamente, por el caño. Era sabido pero en gobierno se negaban a reconocerlo, pues la presumieron como solución definitiva a los problemas financieros hasta que al cierre del presente año los alcanzó la realidad y hoy no tienen ni para cubrir salarios.

El dato aceptado por Hacienda es que recibieron una deuda de 49 mil millones de pesos, incluidos los bonos carreteros, y en la primera reestructuración la redujeron a 48 mil. Una bicoca, insuficiente para el tamaño del boquete, así que las finanzas siguen deprimidas.

En esta coyuntura se observa lo que podríamos llamar la paradoja de la corrupción, donde prevalecen contradicciones inexplicables de sentido común difíciles de comprender.

Acusaron a César Duarte de robarse hasta los floreros y resulta que durante su administración dispendiosa hubo obra pública y, por ejemplo, el cuadro básico de medicamentos estaba medianamente abastecido.

¿Cómo es que había dinero para robarse a manos llenas y además hacían obra pública y pagaban las cuentas? No hace sentido si hoy que, supuestamente, nada se roban, falta dinero hasta para lo más indispensable y sin medio metro de banqueta construido. Duarte debió ser mago, le alcanzaba para robar, repartir, construir, financiar al PRI y a los señores del Nuevo Amanecer no les alcanza para nada.

Es una realidad que paraliza la administración estatal, dejándola sujeta a lo estrictamente necesario, de modo que para solucionarla no tienen más alternativa que hacer un hoyo para tapar otro.

Es todo lo que se les ocurre, como lo propusieron en la iniciativa presentada ayer al Congreso local; pedir dinero para pagar lo que se debe, con la ventaja de intereses menos gravosos en las nuevas contrataciones. Pues a menos que también hagan magia cualquiera sabe que los abonos chiquitos a la larga cuestan más hasta en Elektra y Coppel.

La verdad es que Fuentes Vélez no ha podido cuadrar los números, les da vueltas y más vueltas sin alcanzar a ver la luz al final del túnel y, desesperado por que nada sale bien, más bolas se hace.

No pudieron tomar ventaja de un Congreso cómodo ¿Cómo podrían hoy conseguir autorización para una segunda reestructuración, teniendo una precaria mayoría legislativa y la oposición de Morena?.

Pero algo deben hacer y con urgencia, si Javier Corral no miente al decir que les falta dinero hasta para las nóminas, la situación financiera debe ser desesperante en grado extremo. Sólo imagine que los maestros o la burocracia en general no recibe su cheque quincenal. Sería de locura.

Ojalá los diputados de Morena no pongan reparos a la iniciativa del gobernador, van más de dos años y siguen lamentando que César Duarte haya dejado al estado en quiebra, justificando su impericia. No les den pretextos, aprueben la reestructuración y pidan que se pongan a gobernar.

La figura del superdelegado irrita en serio en la política doméstica, la presencia de Juan Carlos Loera en los eventos formales es refractaria, siendo uno de los nuevos empoderados del país y nada menos que el representante personal en Chihuahua del gran tlatoani.

A Javier Corral le revienta el hígado imaginarlo de intermediario entre él y López Obrador, presidiendo reuniones del gabinete de seguridad y obrando con autoridad donde, a su ver, carece de competencia. Simplemente le resulta inadmisible y, junto al resto de los gobernadores panistas, pretenden debilitar esa figura.

La situación personal de Maru Campos es diferente, pero igual repele. En su caso la explicación es sencilla, sabe que Loera podría ser su competidor electoral en dos años más y no está dispuesta a seguirle el juego.

Loera deberá ser inteligente para ocupar su espacio, abrirse paso entre la indiferencia del gobernador y los ediles que lo ven de competidor. Por más que venga en representación de López Obrador, mientras lo ven en las boletas le pondrán las cruces.

Mejor sería que se vayan acostumbrando, los superdelegados son la extensión de López Obrador en todo el territorio nacional, no conseguirán debilitarlos ni acotar sus facultades fácticas. Éste país cambio el uno de julio, hemos vuelto al régimen del centralismo feroz.