*Informe de estridencias

* Loera lejos del poder

* Ramírez Cuéllar, soberbia

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A no ser por la noticia de que coincidía con la visita de López Obrador, el tercer informe de Javier Corral permanecería en la más absoluta oscuridad mediática, presente sólo en los funcionarios responsables de redactarlo.

¿Porqué mantenerlo bajo llave, conociendo la proclividad del mandatario a los reflectores? No encuentro otra explicación más que la falta de interés para cumplir con dicha obligación constitucional. Otros gobernadores ven en ésta fecha la oportunidad de lucimiento y fanfarrias, Javier lo toma como engorroso tramite que debe desahogar por mero compromiso legal.

Les resulta incómodo por la falta de trabajo concreto, referentes específicos que la sociedad pueda ver sin discusiones: obra desarrollada, avance en materia de seguridad, nuevas inversiones, programas en salud, educación, desarrollo social, por ejemplo.

En ausencia de “realidades”, los funcionarios tienen dificultades para dotar al documento de contenido, habida cuenta de que las prioridades del gobernador son de carácter subjetivo y de ningún interés ciudadano.

A la gente le dice poco su cruzada por la legalidad y combate a la corrupción y ciertamente nada los foros y discursos sobre la necesidad de un nuevo Pacto Federal, transparencia y rendición de cuentas o, lo que más distrae a Corral, los constantes diferendos con el Gobierno Federal.

Ya veremos cómo logran darle sustancia, algo harán para salir del paso. Pero el hecho de que ni el gobernador ni sus asesores ven la fecha como una oportunidad de lucimiento. Describen, sin darse cuenta, una administración precaria, dominada por estridencias de coyuntura y desprovista de resultados.

Si Juan Carlos Loera quiere recuperar terreno en su carrera por la gubernatura –Cruz Pérez Cuéllar le lleva tres cuerpos- necesita reconocer mejor los tiempos de la política. Hace su fiestecita de precampaña y destape justo cuando la política está distraída en otros asuntos. Claro que pasaría inadvertido.

Se reunió el sábado con un grupo de amigos y varios advenedizos buscando ingresar a la nómina del Gobierno Federal, con el fin de mandar el tradicional mensaje “aquí estoy, estas armas porto”, como Cruz semanas atrás.

Su problema es que ayer mismo lo desarmaron con la noticias de que Miguel González y Fernando Tiscareño, sus adversarios internos, fueron invitados a la presentación del Consejo Nacional para el Fomento a la Inversión, presidido por López Obrador en Palacio Nacional. Exhibieron así la lejanía del poder en que se encuentra el diputado con licencia y coordinador de los delegados federales.

Un día antes, viernes de la semana pasada, Loera acompañó al diputado Alfonso Ramírez Cuéllar, presidente de la Comisión de Presupuesto, a una reunión con presidentes municipales en Guerrero. La idea era construir liderazgo en regiones donde nadie lo conoce y sucedió todo lo contrario.

Por la soberbia del legislador zacatecano y barzonista de formación, los alcaldes salieron de la reunión molestos y recordando el diez de mayo, dado que les recetó una serie de recomendaciones para captar ingresos, haciéndolos pasar por incapaces, sin ofrecer a cambio ni tres centavos. El dinero será distribuido, como ya sabemos, directamente por los operadores del presidente.

Encima el caballo Lozoya, cual chivo en cristalería, viene a Chihuahua para anunciar trabajos por 419 millones de pesos en la carretera 45, de Mazatlán a Ciudad Juárez, y declara como si fuese Secretario de Comunicaciones y Transportes, o su vocero. Se trata de una carretera federal que pasa por dos estados y decenas de municipios, sin embargo Lozoya se arroga el derecho de anunciarla.

Nunca se había visto mayor disparate, ni siquiera en un edil de Parral y vaya que tienen muchos. Informado de oídas, el “caballo” hace caravana con recursos federales –falta que sea cierto, esa promesa lleva años-, mientras Loera se espabila del reventado fin de semana preguntando a sus amigos qué les pareció el “after”.

Se le adelantó Cruz, desaprovechó la visita del diputado Ramírez Cuéllar, Miguel González y Tiscareño se hacen seifies en Palacio Nacional y Loera muy feliz por que Colunga –un oscuro líder barzonista que de milagro llegó a diputado- le hizo el sábado. Hay personas a las que no se les da la política, Loera pinta para ser una de ellas.