El 24 de mayo di cuenta en éste espacio de versiones generalizadas sobre que Enrique Grajeda habría presentado su renuncia a la Secretaría de Salud y que, para sustituirlo, Javier Corral pensó en Eduardo Fernández, subsecretario de ingresos en la Secretaría de Hacienda. “Lalo Fernández por Grajeda”, titulé ese día la columna.
Hace semanas que el oficio de renuncia está sobre la mesa del gobernador, es cuestión de días, a lo mucho un par de semanas para que la haga pública, pues aseguran que el doctor Grajeda sufre un cuadro de ansiedad extrema cada que ingresa a su todavía oficina.
Siente que no puede respirar de sólo pensar en la falta de apoyo y las carencias en hospitales, desabasto de medicina y la eterna respuesta a cualquier planteamiento: “no hay dinero, haga más con menos”. Sin contar con la absoluta indiferencia del gobernador que nunca lo recibió y cuando le concedía tiempo era en la banqueta, dos o tres minutos, al salir de algún evento.
Con independencia de si entregan o no esa difícil responsabilidad a un especialista en finanzas como Lalo Fernández, el punto está en que será el tercer secretario de Salud en el lapso de dos años y ocho meses, circunstancia que por si misma habla de la profunda crisis en el sector.
Ahí radican los apuros del Nuevo Amanecer, quieren alargar la salida de Grajeda lo más posible, a riesgo de que en un mal día anuncie sin autorización de nadie que presentó la renuncia con carácter irrevocable y por tanto ya no tiene responsabilidad alguna con el gobierno.
En una columna anterior también dije que Grajeda no era la persona indicada para dirigir una secretaría en crisis. Es honesto y austero por convicción, médico reconocido por el gremio, pero sin el talante requerido en la presente coyuntura para estar “picando piedra”, intentando rescatar una institución que colapsa y a la que el gobernador decide no voltear a ver.
Desde luego que la administración de Javier Corral pasa apuros y no sólo con el decidido y harto Secretario de Salud, pronto tendrá dificultades hasta para configurar su gabinete de manera coherente. Hablamos al menos cinco renuncias sentidas: César Jáuregui, Estefany Olmos, Norma Baca, Guillermo Luján, santón del PAN, y Maclovio Murillo. Sin contar las que vengan tras la salida de Grajeda ¿Cómo reconstruir una administración que camina al precipicio? Si, el reto es grande, el tiempo corto y las ideas terminan convertidas en simples ocurrencias.
Ojalá resuelvan el rompecabezas, no pueden bajar los brazos faltando más de dos años para entregar.
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Muy exitosa la publicidad de las “Relaciones Chidas”, ha sido ampliamente comentada. No hay reunión de señoras, mesa de café, cotos y encuentro de chismosos aficionados que la pasaran por alto. Y como no, si hablamos de un concepto muy de avanzada, de esos que hacen época y marcan pauta. Ajá.
Por mi parte tengo una pregunta, sólo para no quedarme con la duda, pues durante el trajín del chisme pude percatarme que no soy el único con dificultades para comprender, de bien a bien, algunos de los conceptos fundamentales ahí descritos. Por tanto, pido de la manera más respetuosa, que Víctor Quintana o cualquiera de sus asesore(a)s en temas del arcoíris nos digan que entienden por “cancos”, “amigas y amigos con derechos” y “crushes”.
Ilustrarnos en esos temas de la mayor actualidad sería muy importante, teniendo en cuenta que no todos estamos a su par. Y si de pasada organizan un seminario en las oficinas municipales del PAN, para que los santones del partido y los militantes que hicieron gobernador a Corral sepan de que se trata, pues las gracias serían dobles.Porfis.
