*El trabalenguas del coronavirus

* “Los dos López” y la falsa pandemia

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Soy inmune, la fuerza moral me ha tocado, siento fluir su vivificante gracia en cada célula de mi cuerpo rendido a su voluntad absoluta y veo reflejada su luz salvífica en la profundidad de mis ojos. Es luz de un espíritu sereno y en paz que, sin temor, me lleva de su mano por las tinieblas de la pandemia, sabiendo que su poderoso escudo protector es indestructible: “Aléjate enemigo que la fuerza de Jesús está conmigo”. Fuchi, guácala, te conjuro virus de los ricos, tu halo de muerte no prevalecerá sobre los tocados, soy creyente del Líder Amadísimo, en él todo lo puedo. Marchaos, tus agentes contagiosos no tienen poder sobre mi, el trébol de cuatro –seis- hojas cierra tu camino; mi billete de dos dólares niega tu avance.

Detente virus del mal, soy mexicano y he superado pandemias peores; la corrupción de los cien años, las guerras de medio siglo contra conservadores, oprobiosos siglos de colonialismo –que nos pidan perdón-, rapaces saqueos de nuestras riquezas naturales, la era de los fraudes amañados por el prian, los embates de la mafia que parasitó al país tres décadas, el ataque de la pequeña minoría rapaz de hambreadores y quitacueros que desangraron al pueblo, aviesos complot de medios neoliberales y mentiras de periodistas añorantes del chayote.

Retírate efluvio del demonio, la sombra protectora del Gran Tlatoani te amonesta, ríndete a su poderosa voluntad, soy devoto sobreviviente de la epidemia llamada “vacas locas”, de la influenza que Calderón inventó para robarnos, de la fiebre aftosa que acabó con el ganado de los más pobres, de la gripe española traída desde los frentes de batalla por el capitalismo sin corazón, de los desafueros injustos que intentó Vicente Fox con sus víboras prietas y tepocatas.

Desvanécete pérfida herencia de Salinas y su pandilla de neoliberales desalmados que osan desafiarnos con el virus maldito emanado de sus inmundas entrañas, no temo porque soy hijo legítimo, fiel incondicional, admirador confeso, contemplativo extasiado, seguidor perpetuo del Protector Eterno de los Desposeídos, Padre de los Menesterosos, Rayo de Esperanza, Relámpago de Justicia, Centella Purificante, Azote de los Impíos, Libertador del Pueblo Bueno, Tormento de Corruptos, Luz Elevada, Sabiduría Tradicional, Contumacia Perpetua, Terquedad Plena.

Estoy en el segundo día de cuarentena y quiero volverme loco, la luz del iluminado me reconforta y me da por salir a saludar de beso y abrazo a cualquier desconocido, sin embargo reacciono de vez en vez y me asalta el temor de los infieles, entones recaigo y comprendo que mi mayor tormento en las horas oscuras de la pandemia es la irresponsable negligencia del presidente y su bufón epidemiológico. Todos los jefes de estado dictando instrucciones precisas contra el avance del virus y nuestro querido presidente organizando giras masivas, saludando a miles, restando importancia a la emergencia e invitándonos a no “apanicarnos”, convencido de tener bajo control la situación, por que somos un pueblo de sobrevivientes.

Resistámoslo, es lo que tenemos, si hemos sobrevivido a todas las calamidades que él mismo cita como ejemplo de fortaleza social, también resistiremos los cuatro años y siete meses que faltan de su gobierno.

 Tomando sus desvaríos con humor en cualquier rincón de nuestro querido México los completamos. Y a López Gatell ni lo escuchemos, que siga hablando a los oídos de su jefe, negando importancia, diciendo que las pruebas para confirmar sospechosos son innecesarias, que siga hundiéndose hasta el ridículo, como si no hubiese vida más allá del mesías.

Demos ejemplo de compromiso social, sólo acciones conjuntas y solidarias de los mexicanos mitigarán los efectos de la pandemia, en casa cortaremos la cadena de transmisión, recomiendan los expertos. En Italia y España están arrepentidos de no actuar a tiempo, en Alemania y Corea aplican exámenes para detectarlo como la primera acción de prevención específica y nuestros “López”, Obrador y Gatell, diciendo que es más efectivo actuar hasta que cien niños escolares enfermen, antes de tomar la decisión de mandarlos a casa, pues así, protegen a mil. Difícil de asimilar el grado de abyección en una sola persona.

Nacieron el uno para el otro y la pandemia los junto; el López Obrador decreta que todo está en orden, que no hay peligro de nada o su voluntad es suficiente para contenerla y el López Gatell encontró la mayor cantidad de excusas que den gusto al jefe, así tenga que llegar hasta otorgarle facultades sobrehumanas; “su fuerza es moral, no de contagio”. Y ahí está nuestro presidente creyéndose inmune, seguro de que su voluntad omnipotente puede frenarla. Actúa con la misma convicción de doña María, en el Barrio de las Chivas, cuando salía a la calle cuchillo en mano y cortaba las nubes para evitar que siguiera lloviendo, luego de tres días pasados por agua. Cortaba las nubes y asunto resuelto, la claridad volvía.

Cuanta estupidez, somos el hazmerreir del mundo, mejor paro, aquí me detengo y cierro con el trabalenguas del coronavirus. Es un reto: Tengo un CORONAVIRUS muy ENCORONAVIRULIZADO, el que lo DESENCORONAVIRULICE será muy buen DESENCORONAVILURIZADOR y le pagaré por su DESENCORONAVIRULIZADURA. Mi mamá me lo enseñó con Durazno. Díganlo de corridito, con un dulce en la boca y suban el video, necesitamos el testimonio.