*La Corte, una luz de esperanza

* Javier Corral ¿Cruzó el Rubicon?

* Lealtad, ciega hasta la ignominia

* Los tapaojos se pondrán de moda

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Tibia, para sus habituales desplantes cuando se ve contradicho, la reacción de López Obrador al conocer la noticia de que el ministro de la Suprema Corte de Justicia, Luis María Aguilar Morales, consideró inconstitucional la iniciativa de consulta popular para enjuiciar a los expresidentes.

Respondió con una ordinaria y tenue petición, dirigida a los ministros sin nombrarlos, de que “actúen con apego estricto a la ley, pero que no se dejen intimidar y tomen en cuenta los sentimientos del pueblo” ¿Espera un proyecto en ese sentido? Puede, por eso no quedó sorprendido ¿Confía en que el Pleno de la Corte vote contra el proyecto del ministro ponente? En su megalomanía uno podría esperar que si.

En todo caso lo importante de ayer es el mensaje de esperanza que manda la Corte. En un Estado cada vez más cooptado por el autoritarismo de un Presidente que no conoce más razón que la suya, un alto a la sinrazón cae como agua refrescante en día soleado. Así nos tiene, festejando esos pequeños triunfos.

En cualquier país de instituciones y poderes bien establecidos, una iniciativa como la que promueve el Presidente ni siquiera hubiese llegado hasta la Corte, hubiese quedado en ocurrencia, proponer una consulta ciudadana para preguntar al pueblo si debe o no ser aplicada la ley, es grotesco y ofensivo para la comunidad y humillante para la Justicia.

En otro momento nadie hubiese reparado en la iniciativa infame; en el México del nuevo autoritarismo tomamos su rechazo por gran logro. Ver que otro poder lo frena, aunque sea por una vez, es consolador para una parte importante de la sociedad que mira, angustiada, como el país avanza sin oposición hacia una dictadura injuriante y a contra sentido de la historia universal.

A la distancia es imposible observar los entresijos palaciegos, pero se advierte un sano distanciamiento entre el Presidente de la Corte, Arturo Zaldivar, y el Presidente López Obrador. El “tienen la arrogancia de sentirse libres” dicho a manera de amonestación pública en su Segundo Informo, es una primera señal de la incomodidad que siente con una Corte que no ve suficientemente subordinada.

El uno de octubre sesionará el Pleno, supongo que ratificará el proyecto del ministro Aguilar. Darle calidad constitucional a ese disparate anularía todo el Poder Judicial, la sola iniciativa es un disparate que no admite la menor discusión sensata. Es improbable que siga con ese delirio. Espero su reacción cuando el Pleno vote, tragarse una por las mil que administra anticipa un regustillo morboso. 

Rompeolas

Javier Corral llegó al punto sin retorno. Con las declaraciones de ayer cruzó el Rubicon. La suerte está echada, ya no puede regresar. Decir al Líder Amadísimo, Gran Tlatoani y encarnación del alma nacional que no lo verá de rodillas, como a otros gobernadores, que se ha topado con pared, es peor que compararlo con Salinas o Calderón. El desencuentro entre ambos viene escalando desde que López obrador comparó a Javier con César Duarte ¿soberbia venganza?. No hay diferencia entre ellos, son iguales soltó el Tlatoani cuando hizo la crónica negra de los gobernadores, en la cúspide de la crisis por el agua. De no ser por que Chihuahua está en medio y siempre sale perdiendo, imagínese como nos irá con la ira excitada del dictador, compraría una dotación grande de palomitas y me sentaría a ver la telenovela. Ay nanita, lo que nos espera.

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Desde ayer la raya está pintada para todos los catecúmenos; o muestran lealtad ciega o se van a la chingada como Jaime Cárdenas. El menor disenso es castigado con la congeladora, el hielo, a fin de cuentas, quema igual que el fuego. Lealtad ciega, no menos, exige el Tlatoani a sus discípulos. O creen en él o son desterrados del paraíso. Ya veo al coro, apresurados comprando tapaojos que hagan juego con su tapabocas. No se, eso de la fe ciega y sin cuestionamientos me recordó la de aquel diputado en tiempos de Don Porfirio, con el dictador hasta la ignominia. Y algunos todavía dudan de que quiera perpetuarse. Mentes así no dejan el poder más que muertos o desterrados.