*Dilemas de una gobernadora ofendida

*Ni perdón ni olvido; justicia a secas

*Redimir a Duarte sería error grave

*Una Fiscalía Especial, la respuesta

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Prefirió tragarse el orgullo de sentarse a la misma mesa con la mujer a la que persiguió con singular ferocidad y, de madrugada, firmar el adiós engañándose de que así gobernó hasta el último segundo, antes de dar la imagen de fugado que dio César Duarte cinco años atrás, como diciendo salgo de pie, digno y triunfador. No se dio cuenta que así entregaba la más alta expresión de soberbia vista en un gobernador saliente que, además, entrega una administración colapsada.

Antes celebró una patética y triste despedida, permitiendo que sus adversarios lo viesen solo y derrotado en la inmensidad de un tétrico patio central de Palacio, donde se hizo aplaudir en la oscuridad de la noche por un puñado de funcionarios tan asustados como él. Confirmó así la interpretación de que en algún momento de los cinco años de narrativa delirante sin acción de gobierno perdió el sentido de la realidad. Era, en la parte final, un gobernador ido, fuera de sus cabales.

Pero ya se fue, la historia se encargará de ponerlo en su lugar, por mi parte estoy convencido de que estaba mentalmente incapacitado para gobernar. Dejémoslo con sus amarguras y delirios hasta que regrese a convencernos de su verdad. Ahora hablaré de los dos grandes dilemas de Maru Campos, una gobernadora que llegó perseguida, ofendida, injustamente vilipendiada. Como maldición gitana, sus dilemas tienen que ver con los dos gobernadores que la antecedieron y en su despropósito de autodestruirse uno al otro quebraron las finanzas estatales. Fueron lo peor que pudo pasarle a Chihuahua.

Con tanta vileza intentó frustrar la candidatura de Maru Campos que hoy una pregunta legítima es cómo reaccionará, una vez instalada en el poder. Lo pertinente, el reclamo de la sociedad, la exigencia pública es que deje los agravios a un lado y se concentre en gobernar. Ella misma lo entiende muy bien y así lo ha declarado, pero una cosa es decirlo y otra hacerlo, nadie sabe de qué manera reaccionaría puesto en los zapatos de la gobernadora; Corral llevó la persecución hasta el delirio ¿Tendrá Maru la templanza de olvidar y ocuparse en los asuntos de gobernanza: finanzas, seguridad, salud, las tres crisis heredadas?.

La respuesta es todo menos sencilla, por más alejada que pretenda estar de la politiquería vengativa, es probable que surjan actos de corrupción que le resulte imposible ignorarlos. Qué hacer en ese caso, pues tampoco se trata de cerrar los ojos y decir aquí no ha pasado nada, si otros actores empiezan a presentar denuncias de irregularidades palmarias, por ejemplo los desvíos millonarios de Hacienda en perjuicio de las universidades públicas, órganos autónomos, fideicomisos. O lo que salga en las diversas auditorias que por ley deben realizarse.

A ese primer dilema se le suma otro; el de los duartistas que, al ver a Corral de bajada, piensan que llegó su momento de la venganza y empiezan las contrademandas. Duarte tazó su dignidad en tres mil millones de pesos, reclamados al Gobierno, Otto Valles y Jesús Esparza pusieron su propia cifra y seguramente muchos más harán lo mismo pretendiendo “limpiar su nombre”. Sobre éste tema he dado mi opinión: son unos bribones, cínicos y sinvergüenzas que se sirvieron a manos llenas del gobierno en los tiempos de la corrupción y ahora se dicen ofendidos por quedar exhibidos como ladrones. Los duartistas “indignados”, son el segundo dilema de Maru Campos.

Estoy convencido que sería una catástrofe para el estado que Maru asuma una ofensiva de venganza contra Corral. Por muy feroz y vil que haya sido la persecución, debe atemperarse por el bien de Chihuahua, por respeto a la política y por su salud mental. Pero, como gobernadora, no puede ignorar hechos de corrupción o dejar que corran sin intervención gubernamental. Es un problema tan real como la quiebra financiera, el colapso de Sistema de Salud y la inseguridad ¿Qué hacer?.

La respuesta más inteligente sería crear una Fiscalía Especial con la encomienda específica de atender las denuncias contra Corral y sus funcionarios, dé seguimiento a los asuntos penales de Duarte y sus funcionarios y se ocupe de los “indignados” que pretenden limpiar su manchado nombre. Con Javier Corral ni perdón ni olvido; Con Duarte ni persecución ni favores. En ambos casos justicia a secas.

Esa Fiscalía la situaría por encima de políticas mezquinas permitiéndole gobernar sin distracciones, teniendo presente que recibe una administración que necesitará de toda su atención para rescatarla de la quiebra en que se encuentra. Supongo que al interior de su equipo han discutido el tema durante horas, ellos conocen los detalles y tienen mayor claridad de las consecuencias, tendrán sus propias opciones, sólo que las fiscalías especiales tienen la particularidad de ser muy parecidas a las comisiones y bueno, las comisiones se conducen a los intereses del momento, son tan flexibles como creatividad exijan las circunstancias.