*La muchacha del presidente

*Fracturas que anuncian crisis

*Eliseo Compean, aliado de Morena

*Pérez Cuéllar defendiendo abusos

*Violencia ¿Quién calienta la plaza?

*El Charco, oportunismo de Ramos

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Yo prefiero llamarlas por su nombre y de preferencia, peso de la costumbre, en diminutivo: Lili, Bety, Lucy. Pero muchos, para evitar el ofensivo “chacha” y el ordinario “sirvienta”, las agrupan en un mote comunal intentando pasar por amables: “la muchacha”, “la señora”. Trasladando ésta figura de asistencia doméstica al encordado político, es válido afirmar que se ha generado en el país la percepción de que Claudia Sheinbaum es “la muchacha” de López Obrador. Su conducta obsequiosa, zalamera, de recoge basura y limpia sanitarios sin personalidad ni pensamiento propio la coloca en nivel de servidumbre.

No se quien pisotee más su dignidad, intentando agradar al presidente, si López Gatell cuando declara que la fuerza del presidente es moral no de contagio, o Claudia Sheinbaum al reproducir cada palabra de las mañaneras, esperando evitar enfados que lo incomoden. La diferencia entre ambos es que Gatell es un burócrata cualquiera al que pueden despedir mañana y Sheinbaum fue electa para el segundo cargo público más importante del país y amplísima favorita en la sucesión.

Su calidad de “muchacha” fiel y obediente al patrón es la única razón válida en la que tiene depositadas sus esperanzas de ser la primera mujer presidente del país, circunstancia que ha provocado divisiones al más alto nivel del partido oficial. El año pasado cerró con el destape de cinco simpatizantes Sheinbaum a gobernadores, de los seis que eligió Morena, y éste 2022 abrió con una tronante declaración de Ricardo Monreal, el morenista más crítico al régimen. “Los radicales acabarán al país”, dijo entrevistado por Reforma, aclarando que México necesita un presidente que busque acuerdos, por que si un radical gana la presidencia de Morena, “no va a quedar país para nadie”.

Ricardo es un político profesional que hace cuatro años fue víctima de la opacidad con que Morena elige a sus candidatos, sustituyó el viejo dedo priista por encuestas a modo del candidato previamente elegido por el presidente. En ese momento el senador era más popular que Sheinbaum para la Ciudad de México, pero López Obrador prefirió a ella. Hoy ve la historia repetirse en la disputa por la presidencia del país y se insubordina advirtiendo sobre los peligros del radicalismo, de la sumisión ciega, de los que ofrecen el populismo antidemocrático como receta contra la pobreza y sobre todo contra el método de la encuestas, antivalores encarnados en la jefa de gobierno que por segunda vez en su carrera política amenaza con frustrar sus planes.

El de Monreal es el primer gran cisma avistado en Morena, no el único y tampoco el más importante, lo conjuraría una negociación política que le garantice el gobierno de la Ciudad. Marcelo Ebrard es menos estridente en su oposición interna pero su ruptura sería de mayor alcance, ya renunció una vez a sus aspiraciones presidenciales -2012- para despejar el camino a López Obrador, replegarse una segunda lo haría pasar a la historia como un burócrata de la política, un hombre sin carácter.

Él también sabe que cuando López Obrador habla de encuestas como único método legítimo para elegir candidato, en realidad anuncia su preferencia inequívoca por Claudia Sheinbaum. Pero a diferencia del senador, no hay un cargo suficientemente atractivo que lo haga desistir, si renuncia a sus pretensiones sería por inseguridad, por timorato.

La fractura cupular ya filtró hacia niveles inferiores. En Oaxaca, Durango y Quintana Roo la designación de candidatos a gobernador generó crisis regionales que complicarán la elección a Morena, si termina en rupturas definitivas. En Oaxaca Susana Harp podría ir por una coalición de partidos, en Durango José Ramón Enríquez por Movimiento Ciudadano y otros partidos menores, y en Quintana Roo Marybel Villegas busca siglas con las cuales participar. Los tres fueron rechazados por Morena.

El origen de las desavenencias que prefigurar una crisis interna en el partido oficial, está en la obsesión y terquedad de López obrador por despejar el camino presidencial a su “muchacha”. Piensa que sus altas calificaciones populares y el poder del Estado son suficientes para hacerla ganar e iniciar con ella un nuevo maximato. ¿Abraza el presidente más de lo que puede apretar? Vamos viendo, pero él mismo se complica, como ha dicho el sabio: la terquedad convertida en contumacia es la desgracia del necio.

Rompeolas

Da la impresión que Eliseo Compeán perdió la razón en cuanto dejó la presidencia municipal. Al parecer no se conformó con el pancho público que montó a Valenciano semanas atrás, ya que en ese afán de mortificar no tuvo empacho en aliarse con los enemigos tradicionales, Morena, para seguir minando el trabajo del nuevo alcalde. El trascendido llegó por fuentes de los mismos morenistas, quienes no se cuidan en comentar que su mejor aliado en Delicias es nada menos que el diputado federal ¿En serio? ¿A ese nivel bajuno llegó Compean? Todo hace suponer que sí, de otra forma porqué la gente de Morena lo presumiría como uno de sus logros en el distrito que más se les dificulta ganar. Y efectivamente, hay razones para sospechar que Eliseo está dando de patadas a su propio partido, su mano aparece en las expresiones sociales contra la alcaldía de Delicias. Así empiezan los traidores, sintiéndose más importantes que el Partido, y terminan como Javier Corral, traicionándose a sí mismos.

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El edil juarito, Cruz Pérez Cuéllar, debería elegir mejor sus batallas. La defensa que hizo de la abusona y violenta regidora de Morena en Cuauhtémoc, Luz Jazmín Vega, lo define como un político oportunista e inescrupuloso que, con tal de hacerse notar, es capaz de avalar y defender públicamente a quienes abusan e intentan someter a las autoridades, creyendo que están por encima de la ley. Fue la regidora quien insultó, amenazó e impidió que los agentes de tránsito cumplieran con su deber ¿Cómo se atreven a defenderla? Esa es la cara de Morena, la ilegalidad, y con esas acciones Cruz se asocia a lo peor del partido, sin llevar vela en el entierro. Protagonismo absoluto y pésimo cálculo político.

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Tres muertos y siete heridos en un bar de Juárez –¿Que dijo sobre eso Cruz?-, asalto a una caseta federal de peaje, disparos contra patrullas de la policía municipal y los muertos contando. No hemos llegado a los niveles de Veracruz o Zacatecas, Dios nos libre, pero da la impresión de que alguien está interesado en calentar la plaza. Ay nanita, ojalá sean “casos aislados” como suele justificar la narrativa oficial éstos hechos violentos, pero si estamos en el principio de otra guerra entre carteles, a temblar, en Chihuahua conocemos muy bien las consecuencias.

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Ridículo protagonismo el de Carlos Ramos, ex presidente seccional de El Charco. Se vale de cualquier incidente para hacerse notar, sin importarle que sus acciones puedan generar más inseguridad en la comunidad. Soltó su gato a retozar con el tema de las patrullas baleadas, cuestionando un retén que la Policía Municipal y la Guardia Nacional montaron en las inmediaciones de El Charco y que está muy bien identificado. Ven que la violencia está creciendo y salen con sus estupideces, una pizca de responsabilidad.