Lo que parecía una especie de cumplido al auditor en funciones del Congreso, incluirlo en la terna final de aspirantes, empieza a tomar forma legislativa. Créalo, Armando Valenzuela, “el oso”, sigue siendo la primer propuesta de influyentes voces en el Nuevo Amanecer.
Una decisión así significaría la mayor tomadura de pelo que un gobierno hiciese a los ciudadanos, pero no lo descarte, si por la fuerza lo pusieron una vez, por la fuerza podrían ponerlo la segunda. Que más da otra raya al tigre.
Ha trascendido que pretenden dejarlo de manera permanente a cargo de la oficina más importante de fiscalización, a pesar del escándalo que significó imponerlo contra todo sentido, desplazando casi por la fuerza a un panista como Nachito Rodríguez.
Es de locura sólo imaginarlo. Modificaron las leyes, crearon un consejo de notables a los que calificaron de impolutos y libres de todo compromiso indigno, saturaron los medios con discursos de la libertad y autonomía parlamentaria con tal de convencer a los chihuahuenses de que Javier Corral tiene las manos fuera de la designación y resulta que de pronto el favorito es nada menos que Valenzuela.
Si las versiones se hacen realidad Chihuahua estaría frente a patrañas y engaños solo comparables al dispendio y prepotencia en la era del “vulgar ladrón”. Sería una y la misma expresión de autoritarismo; uno por corrupto y prepotente, otro por simulador, contumaz y manipulador. En ambos caso Chihuahua pierde.
Los influyentes del Nuevo Amanecer deberían tener en cuanta la inviabilidad de Valenzuela para despachar en la Auditoria Superior. Está desautorizado de fondo por dos razones que siguen guardando vigencia: Llegó recomendado por el principal sujeto de fiscalización, Arturo Fuentes Vélez –confesado en público por el propio oso- y los diputados votaron su nombre bajo presión del gobernador Corral, de quién se dijo estaba dispuesto a detener y encarcelar a nachito Rodríguez, un limpio panista de toda la vida.
Igual se trata de versiones infundadas o esparcidas con el fin de mal informar –todo puede suceder- pero si los diputados votan otra vez al oso, ellos y el gobernador harían el “oso”. Póngalo así, hacer circo, maroma y teatro, es decir cambiar todo para seguir igual. Una pisca de seriedad, mínimo.
Y la otra, que mensaje enviarían a los chihuahuenses con una decisión así, teniendo pendiente la designación de Fiscal Anticorrupción. Pues ahórrense la votación y elijan al más cuaderno entre todos los cuadernos de Stefany Olmos o cualquier otro vivillo de Palacio.
¿Pará que la simulación del proceso legislativo “libre y autónomo”, si planean elegir al más cómodo? Es lo que hay, engorden más el morralito del hartazgo social, que importa si faltan casi tres años para las próximas elecciones.
Cada que Pedro Ramírez Godínez tiene sus cinco minutos de fama es para mostrar perfil misógino o intolerancia social. El “pendejeador” –así lo apodan desde el martes en la Secretaría de Salud- tiene antecedentes mala onda en ese sentido.
Tras el bochornoso episodio del Congreso sobraron acomedidos que recordaron una de Ramírez Godínez cuando oficiaba de presidente en el Campestre. En anterior “exabrupto” negó los derechos de Karla Herrera y su pareja como socias del club, al punto de cerrarles las puertas por estar unidas legalmente.
Poco faltó para que el escándalo llegase hasta la ONU, pues Karla reaccionó como fiera contra el atropello. Toda una odisea que terminó por desacreditar a la mesa por él presidida.
Javier Corral hizo, en nombre de gobierno, un mea culpa público por el “exabrupto”, a eso redujo el insulto, pero Ernesto Ávila debería pedirle la oficina, por más amigo que sea del misógino confeso, antes de que la Secretaría se vea envuelta en un escándalo tipo Campestre.
A propósito ¿Dónde quedaron Lucha Castro, Blanca Gámez y las empoderadas en gobierno que suelen reaccionar a la más ligera provocación, cuando se trata de proteger al género? A cubierta en sus generosas nóminas, donde más.
López Obrador envió a su mejor carta con el fin de rescatar Juárez. Horacio Duarte es un experimentado litigante en temas electorales, lleva en el medio por lo menos 20 años y en su expediente presume haber sido el responsable general de la impugnación en el fraude del 2006, cuando la toma de Reforma.
Perdieron aquella elección, como registra la historia, pero fue la madre de todos los litigios electorales del país. De ese tamaño es el enviado por López Obrador a Chihuahua, nada menos que el representante de Morena ante el INE, a pesar de que también Puebla está en disputa.
Contra él van José Miguel Salcido y los abogados de Armando Cabada que, para su satisfacción, llegarán a la sala de Guadalajara litigando de ganados, lo que representa una ventaja competitiva a tomar en cuenta.
Sin embargo ayer se percataron que no será un paseo por la plaza del Mariachi, para retener el triunfo de Cabada necesitarán recurrir a sus mejores herramientas, dentro y fuera de los tribunales.
La impugnación está en marcha y aunque Morena planteará que le regresen el triunfo a González Mocken, entre abogados electorales y políticos de café, se comenta cada vez con mayor insistencia que anularla sería una respuesta viable, pues aparte del batidero en la Asamblea Municipal la diferencia es menor a los mil votos, nada en un padrón como el de Juárez.
Semanas atrás detuvieron al ochenta, ayer cayó el sexto en Juárez y Peniche implora por que la Federación venga por el trescientos. Apúrense, la numerología es infinita como infinitos parecen los sicarios del mal; en cuanto asesinan o encarcelan a uno entra de inmediato el otro.
En ésta parte parece que también existe un acuerdo entre Peña y López Obrador, pues mientras realizan esas detenciones en Juárez la PGR eleva de dos a treinta la recompensa por información del famoso “mencho”, supuesto jefe de uno de los carteles más violentos del país.
Es el cuento de nunca acabar y pronto Alfonso Durazo tendrá la responsabilidad de contenerlos, dice que su estrategia será seguir la ruta del dinero ¿En serio? Abusado, esa ruta podría llevarlo a los más insospechados personajes.
