*La transformación del trapiche enajenado

*Narrativa del insulto como política de estado

*Tres mil millones, las locuras de Duarte

*Especulación inmobiliaria en el Centro

*Discurso de Germán Martínez da esperanza

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En la mayor Tribuna del país, una senadora del oficialismo rebate a la oposición llamándolos pedorros, baquetones, diciéndoles que antes “estaban a toda madre chingándose el dinero del pueblo”. El responsable de la política interna se ufana declarando que los tabasqueños son más inteligentes que los norteños, porque trabajan menos. El Presidente del país confiesa estar “muy contento” porque tiene la garantía de que “no van a regresar los corruptos”, seguro de entregar el gobierno a uno de los suyos y cierra con el burlón “tengan para que aprendan”.

Faltan quinientos noventa días para la elección, casi 20 meses, alrededor de 84 semanas. Son dos celebraciones Navideñas, tiempo en que una mujer puede parir dos veces, la mitad de un ciclo olímpico y la conversación política toca niveles de cantina, siendo responsables de la vulgarización política los mayores representantes del gobierno. ¿De quién recibió el Presidente las garantías de triunfo, a tanto tiempo de la elección?. De nadie, la suya es una provocación calculada, conducta de un jefe de campaña en plena elección, conducta que la corte de sus aduladores celebra ansiosa.

¿Si hoy ofenden así, cómo será la narrativa electoral en las semanas y días previos a la elección? No quiero imaginar. Sin embargo tengo la certeza de que para entonces el país entero estará convulsionándose, la historia nos ha enseñado que de la violencia verbal a la violencia física sólo hay un paso, paso muy corto en un país donde cada días asesinan a un promedio de cien personas, donde robos, secuestros, extorsiones, feminicidios son delitos corrientes que terminan con altísimo grado de impunidad, donde altos mandos militares toman parte activa en la política y el gobierno tiene a los grupos criminales por aliados electorales.

Esta dinámica desquiciante de taladrar con insultos la convivencia política, tiene un propósito; crear escenarios caóticos propicios para complicar la competencia electoral democrática, con la particularidad de que el caos es generado por quienes llevan la responsabilidad de gobernar. Estamos en el mundo al revés, el gobierno de la República, desde el Presidente y su secretario de gobernación, hasta el siervo de la nación más opacado, propuestos a provocar el colapso institucional antes de las elecciones.

En ésta narrativa existe una paradoja: su movimiento es catalizado por una lógica contradictoria, pues históricamente son los opositores quienes pretenden reventar al gobierno con acciones subversivas y acá es el gobierno quien promueven activamente la subversión. Desmantelan instituciones, polarizan la vida pública, insultan como hablan, alientan o toleran la vida criminal, intentan anular las instituciones democráticas e instaurar el militarismo.

Todo en nombre de una quimera retrógrada, en la ilusión de un concepto que nos evoca el pasado, en el voluntarismo de un transformador en reversa. Yo la llamo “transformación del trapiche enajenado”; trapiche por la admiración casi religiosa de sobrevivir con los recursos más primarios de la naturaleza, enajenado por la contumacia e insistencia con que su promotor la postula, ajeno a la realidad global en que le tocó gobernar.

Es una transformación involutiva que desprecia la ciencia, alentando la ignorancia; combate los valores democráticos, fomentando el autoritarismo; condena las legitimas aspiraciones de crecimiento, promoviendo el conformismo anodino. Es una transformación que detesta el desarrollo, queriendo retrotraernos a lo tiempos del carbón y la economía de milpas y gallineros familiares. Es retrograda en lo político, en lo económico, en lo científico, en lo cultural, en lo social. Es retrograda por definición.

Atenido a los hechos, estoy convencido que para el Presidente López Obrador la elección ya empezó, pongamos por fecha el día que, burlándose, citó el nombre de los 42(3) posibles candidatos opositores. También sostengo que su intención es preparar un escenario que admite sólo dos resultados; el triunfo electoral de su candidato o el caos. En ambos se ve ganador, supongo que prefiere el segundo. Ojalá me equivoque, de estar en lo cierto México entraría en una larga y oscura noche de frustraciones sociales.

Rompeolas

Recuerdo muy bien cuando, alucinado de poder, César Duarte anunció en su 4to Informe de gobierno haber negociado con la CFE la famosa tarifa de verano y que los chihuahuenses verían reflejado el ahorro en sus recibos. En ese momento todos sabían de su engañifa, a pesar del ahorro en los recibos, pero no sabíamos la cantidad con que comprometió las finanzas estatales; tres mil millones de pesos. Que locura, el gobierno de Maru Campos no debe pagar, por ningún motivo, ese disparate, pues ahí existe responsabilidad de los funcionarios de la CFE firmantes del acuerdo electorero. Sabían de la ilegalidad y lo firmaron.

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Desde que se supo de los planes para regenerar el centro histórico de la Ciudad, trascendió que agentes inmobiliarios peinan la zona ofreciendo comprar de inmediato y si quieren cash, cuanto lote o propiedad observan “vendible”. ¿Quién intenta monopolizar las propiedades? En las mesas fifís aseguran que se trata de un empresario cuyo emporio está entre Las Ánimas y Labor de Terrazas?. ¿Será? Es lo que dicen. ¿La segunda vuelta es la buena? Sólo pregunto.

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Escuchando a Germán Martínez en su memorable discurso contra el militarismo, en el senado y teniendo a sus espaladas a las mayores autoridades militares del país, sabe uno que hay esperanza. Brillante, valiente y articulado. Lo felicito y suscribo su discurso en todos su términos.