Ante la ineficacia; la descalificación

* Romo vendiendo espejitos de AMLO

* Morena, Miguel González “hace ruido”

* Toño López o Tiscareño por alcaldía

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El gobernador Javier Corral estuvo en México defendiendo la libertad de expresión, a propósito del asesinato de Javier Valdez, en Culiacán. Dijo que los verdaderos enemigos de la libertad de expresión son los criminales.

Su afirmación es cierta sólo parcialmente, los grupos criminales atentan contra toda persona o grupo que se oponga a sus ilegales negocios y si en ellos van los medios los combaten de la única manera que conocen. Sin embargo algunos gobiernos, como el de Corral, contribuyen al debilitamiento de la libertad de expresión, con generalizaciones de corrupción y chantaje, sin aportar pruebas ni poner nombres y apellidos a sus acusaciones.

Esa campaña negra del gobernador contra los medios deja en la indefensión a muchos comunicadores, haciéndolos vulnerables a reacciones violentas del crimen. El razonamiento es muy sencillo, dado que la autoridad los tacha de corruptos, jamás los defendería si vamos contra ellos.

Es muy peligros lo que hace Javier Corral y más con la ligereza de sus voceros, que por consigna formulan cargos sin tener en cuenta sus repercusiones. Sobre éste tema abundaremos mañana.

Si los enviados de la inteligencia priista tomaron nota puntual, debieron reportar a su base –en el rumbo de Juventud y Cantera- que Miguel González y Rafa Espino organizaron un evento bien montado para el lucimiento de Poncho Romo, el vendedor de espejitos mejor acreditado que tiene Andrés Manuel López Obrador ante la clase empresarial del país.

Y el empresario regio se lució hablando excátedra, pontificando sobre sus antecedentes de ciudadano comprometido en buscar y encontrar a un presidente para México con el que “no nos equivoquemos”; desdoblando temas del Nuevo Proyecto de País, con formulas mágicas para cada problema; y ponderando la fortaleza ejecutiva de su candidato.

La tara es que Romo tiene un discurso sólo aceptable a quienes desconocen la trayectoria de López Obrador, su condición de autócrata, antidemocrático y patológicamente proclive a las dictaduras, que postula como única y milagrosa solución a los problemas nacionales su llegada a la presidencia.

Necesita mejorar su discurso, es insuficiente el “yo hablaba mal sin conocimiento”, hasta que “me encantó con su humildad” –cuando lo invitó por vez primera a comer en su casa- y desde entonces es uno de sus más fieles conversos. La suya es una definición superficial que convence a pocos, mucho menos a los empresarios lagartones que esperan hacer negocio al amparo del gobierno.

Pero el evento en sí de respeto, conservadoramente estuvieron presentes más de 400 personas, una cantidad portentosa tomando en cuenta que hace seis años López Obrador tenía dificultades para conseguir cien acompañantes en la Plaza de Armas. Que hoy vayan a un acto de su avanzada tal cantidad es mérito enorme.

Sólo que no van por lo que dice Poncho Romo, ni le interesan sus explicaciones revestidas de “responsabilidad”, sobre los problemas nacionales. La mayoría de los ahí presentes, como millones de ciudadanos en el país, miran hacia otras alternativas por el enorme hartazgo de los partidos tradicionales, batidos en la corrupción y la ineficacia de gobierno, los menos van buscando alternativas políticas negadas en otros partidos, especialmente PAN y PRI.

Es ahí donde radica la nueva fortaleza electoral de López Obrador, en la oportunidad para conseguir los votos del enfado contra un sistema decadente que sucumbe en sus inequidades alimentadas durante décadas de malos y corruptos gobiernos, a los que AMLO identifica como La Mafia. Esos votos le fueron negados en campañas anteriores, ahora va por ellos.

Para que pueda ser mejor aprovechando el estado de hartazgo, necesita suavizar su discurso, acercarlo al centro como Lula cuando ganó en Brasil, y enviar el mensaje inequívoco de que no es un peligro para México. Muchos siguen pensando que sí, sobre todo los grandes empresarios cuya maraña de intereses se extienden hasta Los Pinos.

La encerrona interesante estuvo en la Casona, a la hora de la comida. Ahí acudieron algunos empresarios de nombres y apellidos conocidos, los habituales patrocinadores de PAN y PRI en franco coqueteo con Morena. Entre ellos cuente Federico, Enrique y otros Terrazas, Jorge y Jaime Cruz, Fernando Muñoz, Antonio Camberos, Ricardo y varios Ayub más, Rafa Vallina, Julio Laguette, Poncho Bachirr.

Se trata de empresarios consolidados que no alcanzaron grado de “capitán”, pero de peso en su comunidad, así como de otros emergentes con proyección importante. No hay duda, en la clase empresario López Obrador empieza a ser considerado más de lo que sus oponentes quisiesen.

Y ya “enmorenados” ¿Quién le gusta para candidato a la presidencia municipal de Chihuahua? Se perfilan dos, Fernando Tiscareño y Toño López. Por cercanía al equipo de López Obrador Tiscareño lleva la delantera, su tía Bertha Luján es una de las más influyentes.

No obstante Toño tiene sus ventajas competitivas, pues la campaña esta vez será contra el PAN, el PRI hasta hoy no pinta. Pero no son los únicos, mientras más avance el “Proyecto AMLO”, mayores son las posibilidades de que surjan candidatos “externos”. La lista sigue abierta.

¿A Cruz Pérez Cuéllar donde lo ve usted? Si por él fuese en la primer formula al senado, intentando recuperar el escaño robado por Javier Corral. Más realista sería la candidatura a diputado local en un distrito de tendencia panista. Sin embargo en Morena tienen reservas, les han llegado mensajes de que podría ser la “Eva Cadena” de Chihuahua ¿Será? Es lo que ha trascendido.

Fernando Moreno Peña llegó a Chihuahua jactándose de que le gusta ser delegado en estados donde no hay gobernador priista, por que así lo tratan como tal. Mala señal, desde que llegó muchos priistas lo consideran cacicuelo de poca monta estacionado en los años setentas.

Ha sido tan desastrosa su presencia en Chihuahua, que hasta para desahogar reuniones ordinarias como las del martes pasado tiene dificultades. Convocó a los candidatos a Consejeros estatales intentando planchar las diferencias de las “dos planillas”, pero Miguel Ángel González y el “coco” Reyes no lo dejaban hablar.

Deje usted a un lado las interpelaciones, lo peor de todo es que ningún otro priista salió en defensa de su delegado. Lo anterior sin contar que no acudieron al encuentro ni la mitad de los convocados.

Son las realidades de dos partidos, uno batido en su propia corrupción y complicidad con la impunidad, el PRI, y otro que empieza a ser aceptado donde antes sólo encontraba rechazo, Morena.

No es que tenga el don de la ubicuidad, sólo que fracasó su estrategia de engañar a los chihuahuenses diciendo que se encontraba en las Barrancas del Cobre, cuando en realidad su interés era acompañar a Josefina Vázquez Mota en la jornada dominical de su declinante campaña.

Javier Corral quiso dar a los chihuahuenses gato por liebre, hasta que Margarita Zavala –también en apoyo de Vázquez Mota- lo balconeó involuntariamente en redes sociales. Y para su mala suerte, a la misma hora en que estaba de campaña en el Estado de México, asesinaban a la joven Andrea Athié Corral.

Sus ausencias empiezan a configurar un patrón inquietante: cada que sale de la entidad con propósitos alejados a sus tareas de gobierno, la entidad tiembla por hechos de sangre.