PF, el crimen los espera

* ¿Que no era militarización?

* Corral con agenda socialité

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Pongamos que hay mano negra en las manifestaciones de la Policía Federal, que ciertamente son alentadas desde los sótanos de Bucareli, como afirma el presidente, y  que Felipe Calderón también las empuja con tal de hacerla crecer. Nada tendría de raro, es una práctica común que la oposición intervenga en conflictos sociales de cualquier tipo, que dificulte la gobernabilidad.

Una de las formas en que la izquierda consolidó su feroz oposición a los gobiernos del PRI y PAN, a los que llamaron “Prian”, fue precisamente atizando conflictos sociales, fuesen reales o inventados, sin más intención que debilitarlos. Los ejemplos ahí están, la estrategia de izquierda invariablemente termina por cargar la responsabilidad de cualquier crisis a los gobiernos de la “mafia”. En esa tarea son extremadamente exitosos.

Nadie les negó ese derecho, es una facultad política de la oposición, si los gobiernos cuestionados carecían de mecanismos y recursos para revertir las acusaciones, allá ellos. Fue el caso de Peña Nieto con el tema de Ayotzinapa, surgió en un gobierno del PRD, generado por un presidente municipal del mismo partido y terminó por destrozar la credibilidad de Peña, al punto de imposibilitar la comunicación social.

Pensando en esa larga historia de crisis exacerbadas, muchas de ellas por los históricos políticos de izquierda, encuentro perversas las conductas de López Obrador y Alfonso Durazo. Hoy que son gobierno reaccionan con el mismo cinismo y desvergüenza intentando desacreditar movimientos legítimos, cuando ya son gobierno. “No es una causa justa”, dice López Obrador y yo me pregunto ¿Quién es el presidente para calificar de justa o injusta una protesta de policías”.

Desde luego sobrarán, sean Calderón, Osorio Chong u otros, actores interesados en hacer crecer el movimiento de la Policía Federal, pero es infame negar que ahí subyace una crisis de fondo: las manifestaciones son legítimas, atentan contra sus derechos laborales y pisotean su dignidad.

Por una parte pretenden enviarlos, sin tomarlos en cuanta, a la Secretaría de la Defensa retirándoles garantías y derechos laborales que tenían en su actual adscripción laboral; por la otra pisotean su dignidad como personas, aparte de llamarlos “fifís”, el presidente declaró que ese cuerpo se “echó a perder” en el gobierno de Peña Nieto. Es decir les dijo cuerpo podrido. Se hartaron ¿Es tan difícil entenderlo?. Resuelvan el problema de fondo y los agitadores de mano negra quedan desactivados, tan sencillo como eso.

Sin embargo lo más grave no está en las declaraciones, sino en las consecuencias del amotinamiento. Mientras la mayor fuerza policial del país entra en conflicto con sus superiores, los barones del crimen ríen por lo bajo; esperando que las aguas se asienten para ofrecer contratos al nuevo personal.

El Gobierno de López Obrador cayó en el juego de la delincuencia, ha desaparecido un cuerpo de seguridad sin tener listo el otro y encima vejan a los antiguos policías ¿En dónde cree usted que terminarán muchos de ellos? Por lo pronto empieza a consolidarse el dato del que el 30 por ciento de los efectivos salieron corriendo sin reparar en cuentas sobre liquidaciones. Imagine usted hacia donde van.

El otro punto, queda exhibida la estrategia de militarizar al país, con una Guardia Nacional presuntamente compuesta por agentes civiles, pero adscritos a la Secretaría de la Defensa y comandados por militares retirados. Sólo para dejar la nota, pues en otros tiempos la vocería de izquierda hubiese organizado mil marchas denunciando la militarización. Hoy guardan silencio.

RompeolasEn los dos últimos días Javier Corral desarrolló una agenda de gobernador socialité. Primero en Granjas Cerro Grande con el programa “Creciendo Contigo”, después en el Centro de Convenciones, en el Congreso Mundial del Chile, donde brindo, feliz, con los operadores de Morena en Chihuahua, Juan Carlos Loera y Ariadna Montiel. Se ha dado cuenta que necesita verse en otras actividades, aparte de la usual diatriba desafiante y la cantaleta de los maxijuicios. Signos de nuevos tiempos, las elecciones se acercan, no hay loco que coma lumbre ¿O si?.