*El cancerigeno síndrome “Anaya”

*Marko Cortés frente a la historia

*¿Oposición o pandilla de vivales?

*Las empoderadas; tres para las tres

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Noviembre ha sido un mes de perros para Marko Cortés, desvelándolo como un inmaduro líder partidista. Desde el día dos, cuando filtraron el audio donde reconoce que su partido sólo tienen posibilidades reales de ganar Aguascalientes, hasta ayer en que panistas de alto perfil rechazaron públicamente encargos partidistas, han sido jornadas diarias de pesadilla.

Es víctima del “síndrome Anaya”, la trágica historia del vulgar ambicioso dirigente nacional que, con tal de afianzar su candidatura presidencia, socavó las condiciones competitivas de su partido, abriendo paso al populismo que hoy destruye al país. Injusto sería decir que Cortés marcha sobre los pasos de Ricardo Anaya, pues no está en la dinámica de ser presidente, pero su conducta evidentemente clánica lastra el empuje del mayor partido opositor.

Las voces disidentes son estruendosas y Cortés decide no darse por enterado. El primero que reaccionó, tras el desliz de la derrota anticipada, fue el propio gobernador de Aguascalientes, Martin Orozco, en lo que pareció traición a una confidencia: “lo sostengo de frente a quien sea que él me dijo, en mi oficina, que ve un panorama complicado, con lo cual yo difiero”. Y luego el puñal certero: “Si de por sí nunca he estado convencido de este dirigente, imagínense lo que pienso ahora. Qué descaro y desfachatez de su parte decir eso y más cuando en esos momentos buscaba la reelección y más cuestionable que se reeligió con todo y su visión de derrota”.

Ese mismo día otro prominente detractor, el exgobernador de Querétaro, Francisco Domínguez, pidió su renuncia: “Marko Cortés, bajo su declaración, debe de irse y ceder el control del partido para regresar a sus orígenes del partido que somos desde hace muchos años y que tenemos que regresar. Si no se va ahorita, porque los estatutos le permiten quedarse, se tiene que ir tarde o temprano”.

Frente a éstas crítica y muchas más –el rechazo fue casi generalizado- Cortés debió hacer un rápido control de daños, su liderazgo escurría como agua entra las manos. Nada, decidió ocultarse en sí mismo y cuando las presiones internas lo forzaron a moverse, reaccionó con una impericia que sorprende en un dirigente de su estatura. Entonces, tarde y de malas formas, complicó su credibilidad generando la segunda gran oleada de rechazo.

En un arrebato caprichoso le dio por hacer una invitación pública a opositores internos como Damián Zepeda, Francisco Domínguez, Roberto Gil Zertuche, Gustavo Madero, Adriana Ávila, entre otros, convocándolos a tareas políticas del partido en los estados donde habrá elecciones. Con la mayor ingenuidad o perversión, según se vea, lo hizo ¡sin haberlos consultado! ¿Cómo puede uno imaginar así al presidente nacional del principal partido de oposición? ¿dónde queda el oficio político? ¿dónde la voluntad para zurcir las heridas que restauren la unidad interna?.

Seguir ignorándolos hubiese sido mejor, las reacciones de los aludidos contribuyeron a erosionar, todavía más, su liderazgo. Cito a Damián Zepeda: “Increíble el CEN del PAN. Sin diálogo previo anuncia cargos para quienes hemos difundido una opinión distinta. Infantil, cero política, pura imagen. Yo ayudaré al PAN siempre, en todo el país, en todas las campañas de 2022,23 y 24, pero no formaré parte de un CEN que no comparto”. También la respuesta de Domínguez fue devastadora: “Por tercera ocasión reitero mi postura: no participaré en ninguna actividad con la actual dirigencia del PAN. No seré cómplice de la destrucción del partido ni en la extinción de la democracia y la libertad mexicana. Urge recuperar la altura, visión y talento”.

¿Qué sucede con el PAN de hoy? Nada nuevo, la mezquindad alimentada por la onda grupera y la ausencia de compromiso de sus liderazgos con la democracia y el destino del país. Es la maldición del ideólogo yucateco Carlos Castillo Peraza; “Cuando ganaron el poder perdieron el partido” y cuando perdieron el poder no fueron capaces de recuperar el partido. Jamás el PAN volvió a ser el mismo después de Fox y no se diga de Calderón. Mezquindades, intereses y ambiciones personales lo consumen.

Existe, sin embargo, una forma practica de posponer sus diferencias y presentar un frente común, pero necesitan un mínimo de generosidad y sentido de oportunidad política, reconocer sin demagogias el frágil momento en la historia del país y comprometerse. Como dije antes, Cortés tiene  ventaja sobre Anaya; no busca la presidencia de la República, supongo. En consecuencia necesita hacer una declaración inequívoca en tal sentido y después una sincera convocatoria a los opositores internos para discutir la posición del Partido camino al 2024, año de la gran batalla por el país.

En términos de abogados diría que, abriéndolo sin simulaciones, Cortés dejaría la carga de la prueba en la oposición interna. El insulto de asignarles cargos sin consultarlos es, como dijo Zepeda, infantil. Por definición, el PAN está llamado a ser gran referente nacional, el partido en torno al cual se consolide una gran coalición partidista y ciudadana capaz de enfrentar con éxito a la dictadura populista que amenaza con enviarnos al pasado. ¿Cómo podría serlo, si entre ellos prevalece la discordia?.

Rompeolas

Maru Campos en el Ejecutivo, Miriam Hernández en el Judicial y Georgina Bujanda en el Legislativo. Por vez primera en la historia de Chihuahua tres mujeres ocupan los cargos más importantes del Estado. Híjole, si empoderadas una por una son como ellas solas, imagine a las tres juntas. Chihuahua hace historia sin la perniciosa presencia de las que levantan la bandera del feminismo con propósito de medro. ¿Cómo duerme Lucha, en su villa catalana?.